¿Describir el mundo en cinco minutos?

Usted no leyó esta noticia: el 26 de marzo, medio centenar de chilenos se congregó frente a La Moneda, la casa oficial del gobierno, para protestar contra la política de transporte en Santiago de Chile. El cacerolazo duró de las 20:30 a las 21:30 horas. Hubo encuerados, consignas (“¡El que no salte es Pinochet!”) e incluso un autobús incendiado.
Nadie fue detenido ni baleado. Nadie se quejó por faltas a la moral ni de que la protesta impidiera el paso a otros ciudadanos. No hubo cámaras de televisión. Hasta parece un sueño. Y sí, es el sueño de un mundo virtual para jugar al mundo real. Es Second Life (SL).
SL es un programa de Internet que permite crearse una nueva vida —personalidad incluida— e interactuar con usuarios de todo el mundo. Hay casinos, discotecas, embajadas, bancos, bufetes jurídicos, parques, redacciones de periódicos. Lo que se le ocurra. Cuenta con casi seis millones de residentes y diariamente se inscriben 29 mil personas. Aquí lo único real es el dinero, aunque se llame de otra forma: al día se mueven más de 1.5 millones de dólares (denominados dólares linden, como los bautizó la compañía creadora de SL: Linden Research).
Aenea Nori es el nombre virtual de una chica de Monterrey, apasionada por “construir y comprar y chatear y bailar y comprar y volar y comprar y explorar y hacer nuevos amigos” en Second Life. ¿Alguien escuchó trabajar? Eso es precisamente SL, la posibilidad de construirse una segunda vida: rostro, cuerpo, aficiones, actividades. Un mundo virtual para el activismo: Hillary Clinton tiene ahí una casa de campaña, la elección francesa hizo escala por este simulador. Un espacio para jugar a lo que se puede y a lo que no se puede en la vida real. Es como tener un tamagotchi de uno mismo —y del mundo— en Internet.
La periodista Denisse Maerker comenzó esta semana una serie sobre el tema. El martes transmitirá en Punto de Partida sus primeras incursiones como ciudadana de SL y se sumará a los más de 16,240 mexicanos del programa (al 20 de abril). Aenea Nori reseñó en su blog la primera entrega del reportaje de Maerker y preguntó: “¿Cinco minutos para hablar de un mundo entero?”. Como las 390 palabras de esta columna. Si puede, encienda el televisor a las 23:30 horas y sintonice Televisa. Se va a sorprender.

Vía: Alt1040

El hombre que amó a un caballo

Mientras Hollywood languidece en medio de una crisis de talento y originalidad, el género documental ha cobrado una fuerza inusitada en Norteamérica. De los devaneos editoriales y efectistas de Michael Moore (Bowling for Columbine, Fahrenheit 9/11) a la crudeza imparcial de Andrew Jarecki (Capturing the Friedmans); de la denuncia aguda de obras como The Corporation o Super Size Me, a la magistral frialdad de Errol Morris, maestro de la nueva generación de documentalistas, el género se ha vuelto tan audaz y necesario en un mundo donde paradójicamente hacen falta fuertes dosis de realidad para interpretar los resquebrajamientos de las sociedades contemporáneas.

En esa línea surgió Zoo, polémico filme que tomó por asalto el pasado festival de cine de Sundance. El documental narra la historia de «Mr. Hands», un hombre que murió tras practicar sexo con un caballo en 2005. Lo que la película devela es el submundo de la zoofilia y cómo un grupo de personas, en apariencia comunes y corrientes, se contactan por Internet y luego se citan en una granja para compartir su muy particular obsesión. La crítica ha señalado que esta cinta, dirigida por Robinson Devor, resulta perturbadora porque arroja una mirada humanizante a un grupo de personas generalmente proscritas por la sociedad, y ha destacado sus cualidades artísticas y cinematográficas. Falta ver si este filme se estrena comercialmente más allá de Estados Unidos.

Haz el amor y salva al planeta


El calentamiento global está amenazando seriamente con acabar con el planeta. Pero los incansables ecólogos han llevado ahora su vital cruzada a un terreno insospechado: el sexo. Según reporta el Clarín, hay muchas medidas que se pueden tomar en la cotidianidad en dicho terreno para contribuir al alivio de nuestra atribulada Tierra.

Más allá de la obvia y necesaria planificación familiar –mientras más superpoblación, más energía se requiere, lo que equivale a mayor contaminación–, la tendencia del sexo ecológico promulga acciones específicas y prácticas como reemplazar los lubricantes, que contienen productos contaminantes, por aceite de oliva o manteca; cambiar los juguetes sexuales de plástico (que tienen el dañino PVC) por otros de vidrio o incluso vegetales, como las zanahorias o el pepino, y utilizar lencería hecha de bambú u algodón orgánico.

Así que, como solía decirse de broma en la secundaria, “¡a follar que el mundo se va acabar!”

Las nueve vidas del Glison


Es nuestro Jackass. El torero mexicano Jorge de Jesús, alias El Glison, ha desafiado al peligro y a la muerte no sólo dentro del ruedo sino también haciendo todo tipo de suertes, como domar elefantes, cazar tiburones y ballenas, lanzarse en paracaídas y ala delta, y escalar pirámides. Su más reciente locura fue ampliamente difundida: torear en una playa de Zihuatanejo (foto), faena que le produjo su cornada número 36 y su fractura número 15.

Pero el Glison es todo un personaje que va mucho más allá del simple stuntman en ácido –como Johnny Knoxville y compañía, en el famoso programa de MTV. De pequeño, tenía el coeficiente intelectual más elevado de su escuela y como se aburría, decidió transformar la aventura en su forma de vida. Cambió una prometedora carrera de físico-matemático por el ruedo, la sangre y los hospitales. Y abrazó otra pasión que no ha dejado de cultivar: la poesía. “Desde un risco te invoqué/ y del mar surgiste/ embistiendo como un rey de los océanos”.

El cineasta Juan Carlos Rulfo se encuentra actualmente realizando un documental sobre El Glison, obra que sin duda nos ofrecerá un acercamiento diferente a este controvertido torero, cuyo atrevimiento deja una interesante y a la vez escalofriante lección: cuando se está cerca de la muerte es cuando se está más vivo que nunca.

Homero en pelotas

Homero Simpson no escapa ni de los satélites. En un capítulo de la temporada en curso en Estados Unidos, Marge se encuentra jugando en la computadora, buscando su nombre en Google, y encuentra un sitio de Google Earth. Da clic y se encuentra un punto extraño en el jardín: Homero descansando en la hamaca, completamente desnudo.Un video bastante divertido, donde Marge intenta meter a Homero a la casa, para evitar que otros usuarios de Google Earth se encuentren al gordo amarillo en pelotas. Los Simpson, siempre en la vanguardia.

Entrevista. Casi tan popular como Eminem

Mr. JAT es un fenómeno en Youtube: en diez meses, los videos relacionados con él, su música y su programa de televisión han conseguido unas 200 mil visitas. De Guadalajara para el mundo. Recuperamos este perfil publicado en el periódico Público-Milenio el 23 de abril de 2007. La foto es de Rafael del Río.

Estrella tapatía en la web

Míster Jorge Ayala Tello es una estrella. Eso no puede discutirse: en Youtube, la página de internet para subir y ver videos, existen más de 40 producciones relacionadas con él, su música y su programa de televisión: Hip-Hop Manía. Más de 200 mil veces se ha dado play en alguno de estos videos y Mr. JAT no duda en considerarse un fenómeno que lo vuelve incluso más popular que el rapero Eminem: “Hay que hablar que él tiene, seis, siete años, ocho años en el internet, y yo apenas tengo tres meses”.

Esos tres meses son diez en realidad, cuando se subió el primer video de Mr. JAT a Youtube y que hasta ayer sumaba 23,998 vistas. Un fenómeno, sí, pero lejos del de Marshall Bruce Mathers, Eminem, quien con un solo video, “Lose yourself”, montado hace cuatro meses, supera la cantidad de 2.1 millones de vistas.

Mr. JAT es un comerciante, con estudios de actuación, canto, pintura, leyes y teología; guionista, productor y director de cine, video y teatro, escritor y místico. Todo, según su biografía en el sitio de Hip-Hop Manía. Este tapatío no quiere mencionarse como el dueño del club swinger Louvre, en Madero y Federalismo, y prefiere mencionarlo como su “principal promotor”: “Sería muy ostentoso decir que soy el dueño”, aunque en su tarjeta de presentación coincidan los domicilios. Tampoco dice su edad, para “no romper la ilusión de los niños” que lo admiran. Y se niega a hablar de las ventas de sus discos: “Son muchas copias”. Tiene tres hijos egresados de universidad, de quienes también omite la edad.

Después de años de buscar una oportunidad en las ligas mayores, publicó su disco Collage, una especie de despedida del mundo del espectáculo, en el que presentaba canciones en distintos géneros musicales. Y fue la línea del rap la que “pegó”. Entonces, hace cuatro años, adoptó la personalidad de Mr. JAT, aunque a veces prefiere vestirse de civil: “Es muy difícil ser artista […] Si ando en son de artista, no falta quien llega y te pida un autógrafo y quiera retratarse contigo. Y pues mis respetos para mis fans, para la gente que me admira”.

Le molesta que en la prensa se citen los comentarios de Youtube que lo insultan o hacen sarcasmo. “Yo siento que son editados, que son a propósito […] No soy vanidoso, pero te puedo asegurar que quizá sumando son 500 o mil comentarios, pero únicamente los han de haber hecho unas 20 personas”. Es místico, pacífico y comprometido con las causas sociales: “Quizá no les complace mi manera de ser, por ser light, por ser amor y paz y amistad, que ése es mi lema, y quizá en ellos existe la ideología de la división, de la tiradera, del yo soy el más chingón y tú eres el menos”.

A él le viene mejor que digan “que no ha habido otro rapero mejor en el mundo mexicano en décadas”, y entre esos raperos está Caló, “que para mí es el verdadero rap”. Y míster Jorge Ayala Tello es una verdadera estrella, un éxito que los tapatíos pueden presumir en Youtube.

Y aquí, «No tengas miedo de amar», una muestra del trabajo de Mr. Jat.

Nacidos para espantarnos

“Según la consultora Booz Allen, a los 20 años los chicos de la generación tech habrán pasado unas diez mil horas jugando a videogames, habrán mandado y/o recibido unos 200 mil mails y/o sms, y habrán usado diez mil horas más hablando o jugando con sus celulares”. Esta información es del reportaje “Nacidos para clickear”, publicado en Clarín el 1 de abril. Más allá de los nombres propios, ¿cuántas palabras le son desconocidas?
La reportera María Arce entrevistó a diez adolescentes de entre 12 y 18 años: todos son de Buenos Aires, todos son cibernautas profesionales, todos tienen celular y reproductores de mp3, todos bajan música de internet, la mayoría actualiza un fotolog (una página para subir fotografías de sus fiestas, sus amigos o lo que sea).
Siempre veo a esas generaciones con recelo: nacieron con internet y cuando creo que he dado un paso adelante, salen a recordarme que en tecnología no los voy a superar (aunque en realidad no quiero perder mi estatus de neófito digital).
No sé si el dato de Booz Allen aplique en sus casos, pero el año pasado estuvieron en Público dos practicantes de la Univa, Marcela y Diego, de 20 años. Hicieron perfiles para Público en Privado: ella, de Manuel Uribe, un regiomontano que pesaba 500 kilos; Diego, de Sebastián Estevanez, el Mauro Mendoza de Amor en custodia.
La brecha generacional era evidente: mi lógica en internet estaba basada en cabeceras formales (prensa, instituciones públicas); para ellos, las fuentes incluían blogs, foros y fotologs. En el caso de Estevanez, TV Azteca no tenía su perfil y en la prensa argentina la información era mínima. Pero Diego encontró los datos, la mayoría publicados por fans del actor argentino. A un año, las páginas sobre Estevanez se han multiplicado.
Regreso al reportaje: Pablo tiene 16 años y en “Nacidos para clickear” habló de política, derechos humanos y legislaciones: “Por lo menos por un día que todos los países se quiten la máscara”. Lee libros en internet mientras escucha música, crea juegos en 2D y 3D o navega, “todo lo que hace todo el mundo […] Siempre estoy conectado”. ¿Cuántos jóvenes mexicanos viven una situación similar? Quizá lo que más me espanta es que vengan a quitarme la chamba.

Los invasores del espacio

Vuelvo a recuperar una columna de Mariño González. Ahora trata sobre Space Invaders y las versiones de pixeles humanos creadas por el suizo Guillaume Reymond. Monto aquí su entrega del Disco Roboto del 23 de diciembre de 2006 (seguro que nadie la leyó, por la fecha navideña de publicación) y hago lo que el Gran Memo no puede hacer por negarse a abrir un blog: incluir el video.

Los invasores del espacio aterrizaron en 1978 y, comandados por el diseñador japonés Toshihiro Nishikado, se apoderaron de las consolas de videojuegos —en buen mexicano: maquinitas— y acabaron con la producción anual de yenes hasta el punto que Japón mandó —¿qué remedio?— acuñar más. Ni escamosos ni cabezones ni malvados. Los marcianos —¿de dónde, si no, iban a venir?— se convirtieron en éxito inmediato y la compañía que los creó se olvidó de algo básico: ponerles su sellito de copyright. Gracias al olvido de la corporación Taito, el videojuego Space Invaders comenzó a crecer hacía todos lados y sus marcianitos hechos a base de pixeles pronto volaron en diferentes versiones. La más reciente es un video de tres minutos realizado por el suizo Guillaume Reymond, quien llevó el sueño de Nishikado a niveles insospechados.
Space Invaders, para quien no lo conozca, es un juego simple que, desde su nacimiento, marcó el derrotero de la industria durante varios años. Su influencia sólo fue superada por Pac-Man. La estrategia parece simple: varias columnas de extraterrestres y naves espaciales descienden, poco a poco, a lo largo de la pantalla. Un cañón de fuego antiaéreo, manejado por el jugador en turno, debe destruirlos antes de que toquen tierra y puede protegerse en los cuatro búnkeres que hay en la superficie.
Los pequeños marcianos son apenas esbozos hechos con pixeles. Y ahí es donde Guillaume Reymond se sacó un diez. El fondo de su video es la sala vacía de un cine. En lugar de pixeles, el artista trabajó con 67 extras que, en diversas posiciones a lo largo y ancho de las butacas, se convierten en los puntos coloridos que forman cañones, barreras y alienígenas. Para lograr la animación, Reymond tomó 390 imágenes a lo largo de cuatro horas. El resultado es alucinante y recrea, a la perfección, la idea gestada hace 28 años por Nishikado.
Space Invaders, de Guillaume Reymond, fue estrenado en junio pasado durante un festival realizado en Friburgo. El video completo se puede ver en Youtube. Basta con poner el nombre en el sistema de búsqueda para observar humanos convertidos en cañones, marcianos y hasta descargas de plasma que protegerán a la Tierra, por siempre, de la invasión marciana.

Arquetipo perfecto

En tres años, el cine se ha esmerado en reconstruir la figura de la trabajadora de los medios. Esa reconstrucción no trata de nuevas técnicas periodísticas (o quizá sí), ni de una novedosa manera de abordar la noticia (o quizá sí), ni del estilo para entrevistar a las fuentes (o quizá sí). Porque en los quizá sí se oculta la fuerza del arquetipo.

Thanks for smoking (2005): en la película de Jason Reitman, una sensual y sofisticada reportera seduce al macabro lobbyist de la industria tabacalera, Nick Naylor, con resultados sorprendentes: Heather Holloway, interpretada por Katie Holmes, descubre que después de hacerle el amor a su fuente ésta suelta la lengua, y no precisamente para continuar los juegos eróticos. Una técnica perfecta contra los renuentes.

Scoop (2006): una delicada estudiante de periodismo, Sondra Pransky (la sex symbol Scarlett Johansson), sigue la pista de un asesino con tips cortesía del muerto Joe Strombel (Ian McShane). Y las cosas no pueden salir mejor, como en cualquier comedia de situación de Woody Allen: Pransky descubre al homicida y consigue una espectacular primera plana.

Perfect stranger (2007): la exquisita Rowena, reportera de policiales, se infiltra en el mundo de la moda para investigar un caso de homicidio que involucra a un alto ejecutivo de la publicidad. En la película de James Foley, la desequilibrante Halle Berry es Rowena, quien consigue tal vez el mejor reportaje de su vida.

Se trata de tres reporteras con la explícita intención de seducir no sólo a la fuente y a los compañeros de trabajo: tienen la clara y diabólica consigna de conquistar al mundo. ¿Los ingredientes? Cuerpos fantásticos, sonrisas cautivadoras. El arquetipo perfecto.

Google y las bibliotecas

Recupero este artículo de Héctor Aguilar Camín publicado en Milenio. Es una reseña de un reportaje publicado en The New Yorker (aquí el texto original).

Bibliotecas sin papel

He leído en The New Yorker (Feb. 5, 2007) el enloquecedor relato de Jeffrey Toobin sobre lo que Google está haciendo con los libros de las mayores bibliotecas de Estados Unidos: los está copiando todos, libro por libro, haciéndolos legibles línea por línea para cualquier lector, en cualquier computadora, desde cualquier parte del mundo.
Los está organizando también para su lectura como nadie antes. En la biblioteca virtual de Google, ilustra Toobin, “puede dársele entrada a una palabra o una frase, digamos Ahab y la ballena, y la búsqueda regresa una lista de libros en los que esos términos aparecen, en este caso cerca de ochocientos títulos, incluyendo varias ediciones de la novela de Herman Meville. Si se pide Moby Dick o La Ballena, el buscador remite al capítulo 29 de MobyDick donde aparece por primera vez en la novela el capitán Ahab. Se puede navegar por el capítulo, buscar otros términos del libro y comparar distintas ediciones”.
[…]
¿Cuántos libros hay? El catálogo más abundante, dice Toobin, es el de la base de datos WorldCat que registra 32 millones de títulos en más de 25 mil bibliotecas de todo el mundo.
“Podríamos copiarlos todos en unos diez años”, dijo a Toobin la vicepresidenta de Google, Marissa Meyer.
Paren las prensas: ¡Todos los libros del mundo, copiados, accesibles y navegables para cualquiera, desde cualquier computadora, en el curso de la próxima década!
Google copia digitalmente decenas de miles de libros a la semana de Harvard, Oxford, Stanford, Michigan y la biblioteca pública de Nueva York. La fundación Carnegie Mellon ha digitalizado cerca de un millón y medio de libros en su proyecto Universal Library. Y se ha puesto en marcha el Open Content Alliance (Alianza de Contenidos Abiertos) que agrupa a Microsoft, Yahoo y varias grandes bibliotecas de Estados Unidos.
Hacia Google y sus escáners, más que a sus humedades y pasarelas, debería mirar la Biblioteca José Vasconcelos, junto con la red de bibliotecas públicas del país, sin exceptuar ninguna.