Este texto se publicó originalmente en la edición Diciembre-Enero de la revista Magis, que edita el ITESO.
En abril de 2010, la organización WikiLeaks conectó un cuadrangular en Occidente con la publicación en internet de un material que ni la agencia de noticias Reuters, fundada en 1851, pudo conseguir a través de las leyes de transparencia: un video del Ejército de Estados Unidos sobre la suerte de dos colaboradores de Reuters asignados a la cobertura de la guerra en Irak, en 2007.
En el material audiovisual de 17:47 minutos, obtenido por WikiLeaks a través de una filtración, se observa y se escucha cómo militares estadounidenses no pierden tiempo en identificar a sus objetivos y abren fuego contra el reportero y su chofer. La información había sido clasificada por el Pentágono, a pesar de los esfuerzos de Reuters por transparentar el suceso y conocer la verdad.
No sé si el mundo necesita WikiLeaks, como preguntaron los expertos del TED sin llegar tampoco a conclusiones (ver video en www.magis.iteso.mx), pero me queda claro que la red potencia, transforma y multiplica las formas de hacer periodismo: desde el ciudadano, de sitios como Ohmy News; al de documentación y denuncia, como Iraq Body Count, y el espía, abanderado por Julian Assange y su organización, que en español podría llamarse “Filtraciones Compartidas”.
Assange y el nuevo periodismo
La idea del australiano Julian Assange, de 39 años, es bastante clara, y al mismo tiempo perturbadora: la fiscalización de gobiernos y empresas, empeñados en ocultar sus fechorías, es tarea de ciudadanos comprometidos con filtrar y publicar información que ayude a mejorar las condiciones del mundo.
Assange, con un pequeño equipo de profesionales en WikiLeaks, recibe los materiales al auspicio de leyes robustas que defienden el derecho a la información, la transparencia y el anonimato de las fuentes legítimas, como en Suecia y Bélgica, donde tiene alojados servidores web.
Por lo general, el equipo de WikiLeaks verifica que la información recibida sea verídica, y en otras ocasiones lanza sólo una pista para ver dónde brinca la liebre, como hizo con el reporte no confirmado sobre un incidente petrolero en Albania (ver video en www.magis.iteso.mx) al que de buena fe responde la compañía autora del documento, validando la información y pidiendo datos sobre su origen.
Uno de los recientes golpes de WikiLeaks ha sido llamado “la mayor filtración de la historia”: 391,831 papeles sobre atrocidades cometidas en la guerra de Irak, toleradas o realizadas por militares de Estados Unidos, que permanecían en secreto a pesar de la insistencia de organismos de transparencia estadounidenses e internacionales para hacerlos públicos.
El Pentágono y la Casa Blanca no desmintieron los documentos.
Internet, Julian Assange y los informantes secretos revelaron al mundo que en Irak, entre 2004 y 2009, murieron al menos 150,000 personas, 80% de ellas civiles. Una nueva forma de periodismo
Conteos mortuorios
Iraq Body Count: fue fundada en enero de 2003 con la consigna: si ellos, el Ejército de Estados Unidos, no contabiliza el número de muertes de civiles, militares y enemigos en la guerra, nosotros lo haremos. Y así ha sido: un equipo de profesionales se dedica a investigar y documentar las muertes, para que quede un registro de la letalidad de la primera guerra del siglo XXI.
Menos Días Aquí: esta iniciativa arrancó el 12 de septiembre de 2010 para registrar las muertes violentas ocurridas en México en la guerra contra el narcotráfico del gobierno federal, que oficialmente ha contabilizado 28,000 decesos entre diciembre de 2006 y agosto de 2010. En sólo seis semanas de trabajo, Menos Días Aquí ha contado 1,583 muertos por violencia.
La foto del post la tomé de Paco Enterprises.