Mes: agosto 2007

El Distrito Federal es un lugar extremadamente peligroso para los peatones. Así lo confirma un estudio del Instituto para el Transporte y Desarrollo de Políticas de la Ciudad de México: la tasa de accidentes en los que mueren caminantes es más alta aquí que en lugares como Londres, Singapur o Hong Kong. Según el ITDP, en el 2006 murieron en la capital 861 peatones, lo que arroja una estadística de 2.5 cadáveres al día. El poeta Luigi Amara lo advertía con clarividencia en un ensayo de su libro El peatón inmóvil:

“La reducción de las banquetas es proporcional al tamaño de nuestra barbarie. Hay ciertos barrios en que las avenidas han ido ganando terreno al decoro inmobiliario hasta dejar sólo un borde vergonzoso y escuálido, que el peatón en su miseria no puede más que confundir con un oasis. Tras haber recorrido a pie las calles de la Ciudad de México, ¿quién piensa todavía con excitación en los Safaris?”

Otro dato siniestro que arroja el estudio del ITDP es que en la capital se registran más muertes por accidentes viales que por homicidios. Los automóviles se han vuelto armas letales, por encima de los cuchillos y las balas.

Amara remata su ensayo con un contundente aforismo, que desnuda nuestra condición de cavernícolas urbanos: “La civilización son las banquetas”.

La fotografía que acompaña este post es de nuestro gurú Enrique Metinides.

Actualización: Poesía para caminar en la calle, entrevista con Luigi Amara [01 de abril de 2010]

“He visto cosas que ustedes los humanos ni imaginan (…) Y todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”, le dice el replicante Roy Batty (Rutger Hauer) a Rick Deckard (Harrison Ford), antes de morir con una paloma en las manos, en una de las escenas más hermosas del cine de los ochenta. Veinticinco años después, Blade Runner ha dejado de ser un filme de culto y se ha convertido en un clásico de la ciencia ficción. Curiosamente, su director, Ridley Scott, no la considera una pieza acabada, y Balde Runner, The Final Cut se estrenará el próximo 1 de septiembre, durante el Festival de Cine de Venecia, donde se verán escenas nuevas.
En 1982, tres meses antes del estreno de Blade Runner, murió Philip K. Dick, el autor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, novela en la que se inspira la cinta. Y aunque hay muchas diferencias en la adaptación, algunas de las preocupaciones centrales de Dick están presentes a lo largo del filme: hombres que no saben que se buscan a sí mismos, corporaciones que todo lo dominan y amenazan, y la paranoia como defensa en un mundo hipertecnologizado.
Si en la novela hay un profundo trasfondo religioso –-como en buena parte de la obra de Dick–, en la película los replicantes buscan a su “padre”, a su creador, para reclamarle que los haya fabricado con fecha de caducidad. Por eso el lamento final de Batty es tan conmovedor: no importa que hayas visto naves de combate ardiendo en el hombro de Orión. Aunque seas una réplica nada, ni siquiera tu Dios, puede salvarte de esa condición tan terrenal que es la muerte. Lo dice claramente el agente Gaff (Edward James Olmos), cuando Deckard comprende que la bella Rachel (Sean Young) es también una replicante: “Es una lástima que no sobreviva pero, ¿quién lo logra?” De eso trata Blade Runner: de la imposibilidad de sobrevivir en un mundo donde la supervivencia es el único objetivo. ¿Suena familiar?

El tráiler de Blade Runner, The Final Cut puede checarse aquí.

Investigadores de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, elaboraron una fórmula matemática para medir el atractivo sexual femenino, que se basa en la proporción entre la anchura de la cintura y de las caderas. ¿Por qué precisamente dicha parte? Porque ahí se origina el contoneo sensual, el baile hipnotizador que puede volver zombies a los hombres. Según esta tesis, la cifra ideal es 0.7. Y la mujer que posee dicho número mágico es la actriz estadounidense, de origen hispano, Jessica Alba. Por lo tanto, y en pocas palabras, es la mujer perfecta.

Otras competidoras cercanas, pero que no alcanzan la arquitectura de la protagonista de Los Cuatro Fantásticos y Sin City, son:

• Marilyn Monroe: 0.69

• Kate Moss: 0.67

• Angelina Jolie: 0.75

En este video se puede ver a Jessica Alba darle toda la razón a los investigadores británicos, mediante un incomparable meneo de caderas.

Lo más inquietante de Crash, la novela que el inglés J.G. Ballard escribió a principios de los setenta, es su actualidad. Sólo ahora, en pleno siglo XXI, es posible acercarse con mayores certezas y con menos prejuicios a lo que Ballard advirtió, con esa turbia lucidez que sólo puede desarrollar una mete perversa, y por lo tanto, clarividente: el matrimonio entre el sexo y la tecnología. El libro narra una metáfora extrema en la que una pareja es guiada por Vaughan, el “ángel de pesadilla de las carreteras”, y obseso de los accidentes y sus connotaciones sexuales, a un umbral insospechado donde las posibilidades de una nueva sexualidad, estrechamente ligada al binomio erotismo-muerte, son exploradas. Dentro de la inmensa galería de chasises retorcidos que es la mente de Vaughan, hay una obsesión que ocupa un lugar central: los accidentes fatales de los famosos. James Dean, Albert Camus, Jayne Mansfield, incluso el asesinato de Kennedy (ocurrido, como sabemos, dentro de un automóvil). Leyendo el libro en estos días, uno no puede sino estremecerse al pensar en la muerte de la princesa Diana, que parece salida —o lo que es más interesante: consecuencia lógica— de este libro. Diana y su príncipe azul perdieron la vida hace diez años (31 de agosto de 1997) en un absurdo y violento rito de velocidad y flashes relampagueantes, patrocinado por una sociedad sedienta de intimidad ajena y sangre. “El sexo y la paranoia presiden nuestras existencias”, sentencia Ballard en Crash.

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Hay muchas leyendas y anécdotas curiosas que rodean al lago Ness en Escocia y a la misteriosa criatura apodada Nessy, que supuestamente habita en las profundidades. Pero ninguna se compara a la ocurrida recientemente, con motivo de una prueba de biatlón que se desarrollará en la orilla del famoso lago.

Los organizadores han decidido contratar un seguro que protegerá a los atletas contra una posible irrupción del mítico monstruo en plena competición. El seguro fue arreglado con la compañía Royal and Sun Alliance, que pagará 1.4 millones de euros si Nessy decide aparecer y atacar a alguno de los participantes. Un representante de la aseguradora comentó que la petición “es una de las más extraña que hemos recibido nunca”.

Y sin duda también es absurda, porque además de que nunca se ha podido comprobar la existencia de la criatura, a pesar de numerosos estudios y expediciones, ¿por qué tendría que ser carnívora o agresiva?

A lo mejor los organizadores vieron la película coreana El Huésped, en la que un animal mutante emerge del lago Han causando estragos en la población. De próximo estreno en las salas cinematográficas de México, es una cinta que reinventa magníficamente el tema de Godzilla; un electrizante filme que los amantes de la adrenalina no deben perderse.

Mientras tanto, los competidores del biatlón escocés pueden estar tranquilos: si Nessy se los desayuna, sus familiares recibirán una buena pasta a cambio.

Quizá en búsqueda de humedades públicas, masivas y de distintas temperaturas, más de 40 condones decidieron permanecer atorados en una alcantarilla de Guadalajara. El organismo encargado de los drenajes públicos los encontró esta mañana, cuando realizaba trabajos para desaguar la lateral de la avenida Mariano Otero, a la altura de la chocolatera Ibarra, una zona de inundaciones reiterativas.

“Y eso, como es plástico, es lo que tapa los drenajes. Ahorita a simple vista se ven más o menos 25, pero más abajo hay más”, dijo orondo un empleado del organismo a la cadena Notisistema, que aseguró que para retirar los condones se tuvo que romper el registro y utilizar una máquina especial para succionar.

Nadie dijo si los condones habían sido usados, mucho menos si tenían texturas, colores y sabores, lo cierto es que la imagen que recrearon fue la de encontrar una bola de pelos obstruyendo el drenaje de un lavabo.

Ya es un clásico de las grandes ciudades que los condones, después de usados, vayan a dar al drenaje público, con la peregrina idea de que el látex es biodegradable. Pero, mientras eso sucede, los amiguitos plásticos recorren las entrañas citadinas y, en algunos casos, tapan las alcantarillas, para beneplácito de los morbosos.

Es clásica también la argumentación del político mexicano Carlos Castillo Peraza, de derecha, sobre “los mil y pico de millones de condones desechados” que los chilangos arrojan al drenaje:

¿Se puede ser ecologista y partidario objetivo de la industria contaminante del plástico; se vale ser ciego ante los mil y pico de millones de bolsitas indestructibles…?

[…]

Si cada condón usado mide 2 milímetros de alto, con los 1,040 millones de condones anuales de segunda mano se podría hacer una torre de 2,080 kilómetros de alto, o una terrestre fila de plásticos desechados de la ciudad de México a Ciudad Juárez, Chihuahua. Por año. Imagine usted sus efectos sobre el drenaje público (enlaces: Letras Libres y La Jornada)

Aunque en Guadalajara apenas fueron 40 condones en una alcantarilla, no se puede descartar la posibilidad de que la cañería esté infectada de estos artículos de látex. Y que se trata de una ciudad con bastante actividad. ¿Será?