Feliz Navidad. ¿Follamos?


Eso es lo que propone el polémico fotógrafo italiano Oliviero Toscani en una serie de camisetas que son parte de una campaña solidaria del Ayuntamiento de Milán. Y aquí en Sensacional D lo adoptamos desde ya como eslogan navideño. Además de proponer una eficaz manera de andarse sin rodeos, la frase de Toscani pone en su lugar a una celebración que, hoy en día, tiene que ver más con el consumo y la publicidad que con cualquier otra cosa. Así que evitemos los regalos y los gastos innecesarios. ¿Qué no se supone que la Navidad se trata de dar y recibir amor?

Natalie: nueva musa de Anderson

—Bye, Steve.
—Don’t say that… Even if it’s true… Don’t say that, it’s too painful.
—What do you want me to say?
—Say “Bon voyage”.
—¡Bon voyage!

Diálogo entre Steve Zissou y su esposa Eleanor, en The Life Aquatic

Ya circula el cortometraje donde Natalie Portman realiza su primer desnudo en cine. Se llama Hotel Chevalier y es responsabilidad de Wes Anderson, creador, quizá, de los personajes más bizarros e inteligentes del cine de los últimos años: el megalómano y mitónamo Royal Tenembaum y el submarinista Steve Zissou, con Bowie de fondo en versión brasileña (cortesía de Seu Jorge).

Hotel Chevalier es el prólogo de la nueva cinta de Anderson, The Darjeeling Limited, donde tres hermanos se enfrascan en una travesía en India en busca de huesos que refrenden sus lazos de sangre. En la película, por supuesto, nada sale bien, excepto las hermosas carnes de Natalie en el prólogo, donde la actriz regaló algunas bellas postales para completar la colección iniciada en Closer, donde interpretó a una bailarina de table dance.

El cortometraje fue montado en la tienda de iTunes en Estados Unidos y, aunque ya no está, pronto circuló por diversos sitios de internet. El tráiler de The Darjeeling Limited está baneado en YouTube. En Hotel Chevalier, Portman y Jason Schwartzman interpretan a una pareja que se reencuentra en un hotel de París.

No queda más que agradecer a Wes Anderson por reclutar a Natalie Portman en su impresionante prole de lunáticos y estrellas de cine satisfechas de romper con la rutina: Bill Murray, Anjelica Huston, Ben Stiller, Gwyneth Paltrow, Owen Wilson, Cate Blanchet, Gene Hackman. Descatamos también la participación de Schwartzman, quien demostró su dosis de locura en I Love Huckabee’s, como el ecologista Albert Markovski.

Cuidado con las burbujas

Algo burbujea en la red y todos quieren meterle dedo. Y no precisamente como usuarios de servicios en línea, sino como aspirantes a empresarios web. La situación me recuerda la burbuja de las punto com —el derrumbe económico en internet de hace siete años—, aunque con suficientes filones para el optimismo.

La generación de nuevas tecnologías, que permiten la diversificación e integración de servicios, ha propiciado una imagen de la red como panacea de prácticamente todas las áreas de la comunicación y el entretenimiento. Este año se confirmaron al menos tres argumentos que los académicos esgrimieron hace siete años: la colaboración para generar contenidos en línea (con la Wikipedia como estandarte); la fuga de lectores de las cabeceras formales (¿quién quiere leer sobre tal cosa si la puede verificar por sí mismo?), y la emergencia de nuevos comunicadores, la mayoría sin formación en periodismo o afines.

Como hace siete años, los sitios se cotizan a precios elevadísimos, sin que a ciencia cierta se conozca la salud de la economía web. Algunos le han atinado: YouTube, adquirido por Google en 1,650 millones de dólares; MySpace, comprado por News Corporation en 580 millones de dólares, y Facebook, con una inversión de 240 millones de dólares, equivalentes a 1.6 por ciento de la empresa, de parte de Microsoft. Pero la mayoría se cotiza a precios escandalosos, incluso sin credenciales que los sitúen como imperdibles.

A diferencia del año 2000, el ecosistema es otro: las conexiones son más populares, más rápidas y de menor costo; existe una generación de usuarios educada con tecnología (celulares, reproductores de MP3 portátiles, mayor acceso a equipos de cómputo y mejor conocimiento para emplearlos). A corto plazo se avecina una revolución en el acceso a la red desde dispositivos móviles: el iPhone de Apple es un claro ejemplo, también está el N95 de Nokia y la masificación de los BlackBerry.

La red burbujea. Falta un reacomodo —y descarte— de las piezas del tablero, como hace siete años. Falta definir las fórmulas de negocio. No hay que verla como panacea, sino como un espacio donde estaremos todos: algunos serán jugadores, otros usuarios. De otra forma, muchos dedos se van a quemar otra vez.

El Hombre de la Multitud


Mucho se ha dicho sobre lo ocurrido aquel viernes 22 de noviembre en la plaza Dealey de Texas, en la que murió a tiros el presidente estadounidense John F. Kennedy. La teoría del asesino solitario, la teoría de la conspiración, el maniqueo informe de la comisión Warren, los que sabían la verdad y se la llevaron a la tumba. Pero entre todas las versiones, desde las más coherentes y fundamentadas hasta las más disparatadas, hay una que llama particularmente la atención: la del hombre del paraguas que aparece en el filme de Abraham Zapruder (el sujeto que sin sospecharlo grabó en directo, en una película casera, el magnicidio). Justo antes de los disparos, la comitiva presidencial pasa frente a un hombre que tiene un paraguas abierto en pleno día soleado. Nunca se le pudo identificar, pero las especulaciones dicen lo siguiente: que el paraguas era una pistola de dardos, que era una antena para paralizar a Kennedy o, simple y sencillamente, la señal para consumar el crimen. Aquí en Sensacional D proponemos otra teoría, proveniente de la literatura, que tiene que ver con el Hombre de la Multitud, como lo llamó Edgar Allan Poe en su relato seminal del mismo nombre: aquel “que representa el arquetipo y el genio del profundo crimen” y que por lo tanto “se niega a estar solo”. A esa conclusión llega el protagonista, luego de seguir durante varias horas a un ente maligno por toda la ciudad sin que éste tenga un rumbo o destino fijo. Dicha idea fue llevada aún más lejos por Ray Bradbury en el cuento titulado “La multitud”, donde ya no se trata de un solo hombre, sino de ese grupo de morbosos que siempre aparece de la nada cuando ocurre una tragedia: los que “están aquí como están en todos los accidentes. Para asegurarse de que vivan los que tienen que vivir y de que mueran los que tienen que morir. Y así ha sido siempre desde el principio de lo tiempos, cuando las multitudes se juntaron por vez primera. De esta manera el asesinato es más fácil. Buitres, hienas o santos. No sé que son”, dice el protagonista una vez que descubre sus intenciones. Quizá, entonces, para eso estaba ahí el hombre del paraguas: porque representaba a ese abogado del diablo necesario para que todo mal sea consumando. Bajo su mirada, el mundo se oscureció, aún en medio de un día soleado.

Literatura relacionada con el asesinato de Kennedy:
Libra, de Don Delillo.
América y Seis de los grandes, de James Ellroy.
Oswald: un misterio americano, de Norman Mailer.

Un análisis de las teorías del asesinato de Kennedy puede checarse aquí.

Una estrategia dolorosa


¿Ha tenido problemas para prolongar el orgasmo? ¿Siente que el mundo se le viene encima cuando su chica le pide más y usted está a punto de venirse en el mundo? ¿Esa nueva posición resultó más exquisita de lo planeado? No se preocupe, Durex tiene la solución en dos modelos:
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Un método doloroso, pero que seguro le hará pasar un buen rato en la cama al lado de su casta y bienamada mujercita.

El extraño caso del Hombre Árbol

Este pescador indonesio de 35 años de edad sufre una rara enfermedad que le ha cubierto el cuerpo de verrugas. En algunas partes, como en las manos y los pies, le crecieron tanto que parece un Hombre Árbol, como lo ha llamado la prensa internacional. Pero más allá de semejar un caso salido del Semanario de lo insólito, su historia ha llamado en verdad la atención de la comunidad científica mundial, y un grupo de médicos estadounidenses se ofreció para ayudarlo. Lamentablemente, el gobierno indonesio le prohibió salir del país. Su caso recuerda al del Hombre Elefante, que David Lynch inmortalizara en el filme del mismo nombre. Ahora son otros tiempos, y el Hombre Árbol no tiene que ir a parar a una feria de fenómenos, como le pasó a John Merrick. Sin embargo, la historia hechiza… ¿por qué? Las siguientes líneas de Diane Arbus, la legendaria fotógrafa de freaks, puede arrojar alguna luz:

“Existe una especie de leyenda acerca de los freaks. Como ese personaje que en un cuento de hadas te detiene y te exige que resuelvas un acertijo. La mayoría de la gente se pasa su vida temiendo vivir una experiencia traumática. Los freaks nacieron con sus traumas. Ellos ya han pasado su prueba. Son aristócratas”.

La leyenda de la Tlayuda asesina

Viajeros del mundo, quedan advertidos de lo que encontrarán en aquella tierra olvidada de Dios en el sureste mexicano, llamada Oaxaca: un monstruo gigante llamado Tlayuda. Sepan, quienes osaren enfrentarse a ella (porque es hembra), que hechiza con su cuerpo de maíz y sus destellos de ceniza. A veces se pone por coraza un trozo de carne de tasajo y aunque se doble por la mitad (sólo para despistar sobre su descomunal tamaño), siempre resultará complicado asestarle la primera mordida.

Sepan incluso quienes logren devorarla por completo, que el maxilar les quedará descoyuntado ante la titánica labor. Y, sobre todo, nunca canten victoria: tardarán en digerirla días enteros, como una venganza del Dios ancestral de la mazorca que habita en ella. Ningún otro alimento podrá entrar a sus estómagos hasta que la Tlayuda devore a su vez las entrañas del que se atrevió a deglutirla.

Sepan viajeros, gusgos, tragones, golosos, temerarios trogloditas del mundo: nunca se vence a esta formidable criatura, pero al igual que sucede con las sirenas, se es feliz sucumbiendo a sus cantos crujientes y desfalleciendo extáticamente al borde del plato.

Con dedicatoria especial a los héroes de aquella madrugada de sábado en Oaxaca de Juárez, en las tlayudas de Libres…

La perfecta (y ñoña) historia de amor

“Vi a la chica de mis sueños esta noche en el metro”. Fue el 4 de noviembre. Patrick Moberg, de 21 años, viajaba en la línea 5 de Nueva York y la vio: pelo coqueto, adornado con una flor, mejillas rosadas, escribiendo en su diario. Como un ñoño respetable (es diseñador web), quedó prendido, pero no dijo una sola palabra. Prefirió llegar a casa y montar una página web para localizarla: www.nygirlofmydreams.com.

Patrick no esperó mucho. Cuatro días después de abrir el sitio, publicó un mensaje: “¡La encontré! ¡En serio! Un amigo de ella pasó por esta página, reconoció la descripción y me envió un correo. Ya nos conocimos y veremos qué pasa”. La cita fue el martes 6 de noviembre.

La chica es Camille Hayton, australiana, 22 años. En la cita descubrieron que tienen mucho en común: ambos nacieron en marzo, trabajan como creativos, les gusta dibujar y su color favorito es el azul.

La campaña de Patrick recibió buena atención de blogs y medios formales y ya se publicaron algunas fotos de su idilio: él y Camille caminando por una calle de Nueva York. “Hicimos clic completamente”, dijo a Good Morning America, de la ABC.

Parece un cuento de comedia romántica. Sorprende la velocidad con que Patrick localizó a Camille, pero lo más curioso es que la historia fue bien aprovechada por las respectivas empresas donde laboran: él, en el sitio de videos Vimeo, que publicó la historia como primicia; ella, como becaria de la revista BlackBook, que aprovechó el caso para proponer un concurso a sus lectores: “Gánate una cita con la siguiente Chica de los Sueños de BlackBook”. El premio es otra becaria, Carly, también de 22 años, guapísima (pueden verla en YouTube).

El concurso fue lo que prendió la alerta: ¿es verdadera la historia? ¿Será una campaña viral (aprovecharse del morbo de la gente para promover algún producto o servicio)? ¿Se inventaron la narración para posicionar a BlackBook y a Vimeo?

Los ñoños desencantados consideramos que se trata de un buen chiste para hablar de dos servicios. Las historias de amor en Internet suelen ser más parecidas a Closer, de personalidades impostadas, o Hard Candy, de pederastia y venganza, que a Tienes un email. Pero se vale soñar. El concurso de la BlackBook sigue abierto.

La foto fue tomada del sitio News.com.au

Me pegó muy fuerte en la cabeza…

…seguramente así fue, porque la pobrecilla no puede decir grandes oraciones ligadas unas con otras. De hecho, ni siquiera produce oraciones con sentido completo. “¿Entiendes lo que es eso? ¡Qué te importa!”.
Es Dulce Sarahí Villarreal, de 20 años, conductora en los medios de Monterrey, Nuevo León, y nueva protagonista de los escándalos basura de los mirones de la farándula de pacotilla nacional.
La chica conducía un auto prestado cuando, cliché a la altura, se escuchó un golpe seco y sus acompañantes resultaron heridos en un aparatoso choque. Por supuesto, llega la prensa y, sin vaselina, aborda a la conductora para evidenciar su estado de embriaguez.
Uno de esos clásicos a costa de la honorabilidad de otras personas, como en el denigrante El show de la barandilla, de Canal 4 Guadalajara, o YouTube, plagado de insensatez y momentos bochornosos.

Acá, un post sobre Fabiruchis