Impresoras 3D: una fábrica en cualquier garaje

Imagina ir al centro comercial y adquirir una impresora. Llegar a casa, conectarla a la energía eléctrica y comenzar a disfrutarla. Una nueva joya para la señora. Una serie de figuras de acción para el niño menor. Una patineta para la señorita adolescente. Las impresoras 3D

Las impresoras de objetos en tercera dimensión han puesto a volar la imaginación de profesionales de disciplinas como la arquitectura y la moda o de las industrias de la construcción y armamentística, por la posibilidad de fabricar productos sin grandes necesidades y a bajo costo. También se han puesto sobre la mesa preguntas éticas y filosóficas sobre los alcances que podría tener esta tecnología.

En mayo, un grupo de activistas a favor de la portación de armas en Estados Unidos levantó gran polémica al presentar la Liberator, una pistola hecha con capas de plástico capaz de disparar balas calibre .380. La Liberator fue realizada por un estudiante de 25 años, quien la imprimió en un equipo Stratasys Dimension SST 3D de 14,999 dólares (el precio de eBay).

Además de las exitosas pruebas de la Liberator, el arma disparó otras preguntas sobre la legalidad para fabricar armas de garaje y las repercusiones de que grupos terroristas y de la delincuencia organizada hagan un uso masivo de la idea.

Las impresoras 3D funcionan a partir de la integración de distintas tecnologías. Sus trazos pueden alcanzar precisiones milimétricas y dependiendo el modelo se pueden construir grandes objetos o algunos muy pequeños.

Por el momento, y las capacidades de corte se utilizan sobre madera y plásticos, principalmente, pero nadie duda que pronto puedan imprimir metales y desarrollar circuitos eléctricos.

Para el periodista y empresario Chris Anderson, autor de Makers: The New Industrial Revolution (2012), las impresoras 3D son una muestra de la nueva revolución industrial potenciada por las tecnologías digitales, una democratización de la manufactura que permitirá a cualquier persona desarrollar y fabricar prácticamente cualquier cosa.

Otros, como el biólogo y empresario John Craig Venter, quien logró la secuenciación del genoma humano en el año 2000, ofrecen preguntas más complejas: ¿y qué tal si se reproduce el ADN humano como en una impresora 3D? ¿Y qué tal si producimos vida desde el garaje?