Rehab: no! no! no!

Texto: Sofía Niño de Rivera

Es común encontrarse con historias de sobredosis, alcoholismo y enfermedades psicológicas en el mundo de la música. Es más común todavía escuchar historias de rehabilitación, momentos de lucidez o cultos que cambian la vida. Lo que no es habitual es toparse con personajes a los que no les interesa superar su adicción o mentir al respecto. Amy Winehouse es uno de ellos. Oriunda del norte de Londres y con tan solo 23 años, se ha convertido en una alcohólica famosa con voz inalcanzable. Empezó en la sala de su casa en compañía de Carole King, James Taylor, Sarah Vaughn y Dinah Washington.

La melodía del jazz le llamó la atención pero las historias detrás de las canciones que la acompañaron en su infancia le parecían muy lejanas; ella quería plasmar sus propias anécdotas, vivir un jazz moderno, con cuentos de preparatoria, de amores del 2000, sin alejarse de la esencia de ese arte que nació como una expresión de vida e historias de supervivencia humana. Ella sobrevive en la ciudad, en el mundo del calentamiento global, las bolsas Gucci y los peinados exuberantes. Del condón roto y la liberación cibernética. No tiene por qué cantar otra cosa.

En el 2003 lanzó su primer álbum: Frank, que rápidamente la llevó a acariciar premios británicos. Sin embargo, los tabloides ingleses estaban más interesados en su actitud y adicción al alcohol, que en su música. Fue hasta el 2006 que la controversial artista logró posicionarse en la mente del mundo. Island Records estaba preocupada por la mala conducta de la londinense y decidió recomendar rehabilitación. Amy no podía permitir una propuesta de ese tipo y abandonó la disquera, lo que le dio oportunidad para escribir el sencillo que la haría volar: “Rehab”. En él, se burla abiertamente de los intentos de su gente por “limpiarla” y salvar su vida. Junto con este sencillo, escribió diez canciones más y formó Back to Black, que le supuso su consagración. Pasó del jazz al soul y al R&B. Su voz es notablemente más madura y sus experiencias también. Pero parece que la madurez de su voz no va de la mano con la de su cabeza. No sólo es el alcohol lo que la destruye, sino su aparente comportamiento maniaco depresivo, sus enfermedades alimenticias y su actitud de diva.

Amy Winehouse tiene un talento indiscutible, una personalidad conflictiva, una voz penetrante y un futuro incierto. Es probable que quiera seguir los mismos pasos que sus ídolos: varios divorcios o muerte por sobredosis con pastillas de dieta, combinadas con alcohol. O tal vez cumpla su sueño de poner un salón de belleza mientras continúa conquistando el mundo de la música. Por lo pronto, seguirá cancelando conciertos, posando con peinados extravagantes y cantando alcoholizada… Ya lo dijo ella: «Rehab: no! no! no!»

La canción «You Know I’m No Good» es una declaración de principios de Amy. El video puede verse aquí.

Acá, una actualización: Amy, en una campaña contra el cáncer de mama