Queso, leche y… un calendario

“Conozco el momento en que mi placer ya no aumentará y dejo correrse a Jaques, mientras me abandono a otro placer creciente: libre, circula y se apega al contorno de cada colina, las distingue unas de otras, y se deja cautivar por la magia de la tinta de las montañas en segundo plano. Amo tanto este paisaje móvil que se revela por paneles que caen pesadamente unos ante otros, y me hace feliz allí, simultáneamente, verme inundada y rebosante del esperma que brota en alguna parte del fondo de mi vientre”, escribió la francesa Catherine Millet en La vida sexual de Catherine M., en un capítulo dedicado a las delicias de fornicar en el campo y al aire libre. Siguiendo ese espíritu que concilia los fantasmas de la carne con la vida silvestre, en la región alemana de Altenstadt, cerca de Múnich, se ha realizado un calendario que rinde homenaje a la sensualidad de las granjeras y en general a las mujeres que trabajan en el campo. Estas chicas bávaras y austriacas nos recuerdan que ordeñar una vaca puede ser un acto más cachondo de lo que parece y que la paja de los graneros puede utilizarse para otras cuestiones además de alimentar animales. Después de todo, ¿quién se niega a un buen revolcón bucólico? Con estas granjeras, hasta se antoja trabajar lejos de la ciudad.