El suicida asesinado

La intención de Albano Ramírez Santos era morir. Eso está claro. Dos policías del Distrito Federal lo detuvieron cuando esperaba que un convoy del metro le despedazara el cuerpo contra las vías. Pero estos policías sólo le frustraron el medio, no el fin, porque —quizá para que aprendiera a no obstruir las vías de comunicación— decidieron darle una calentadita que pasó a mayores: murió por traumatismo craneoencefálico y toráxico provocado por la golpiza.

Albano estaba deprimido. Mucho. Al extremo de acostarse bocabajo en las vías del metro, próximo a Indios Verdes, y esperar el paso del convoy. Le habían robado un camión de naranjas. Los policías estaban eufóricos: algo traían en la cabeza que los motivó a agarrarla contra el transportista, originario de Xicotepec, Puebla. Luego abandonaron el cuerpo sin vida afuera de una oficina del Ministerio Público. Todo sucedió el 18 de enero de 2007.

Los uniformados serán procesados, informó la fiscalía capitalina. De Albano Ramírez Santos, queda un sabor amargo de pensarlo como suicida, frustrado y asesinado.

La foto de este post es de Notimex y retrata una escena cualquiera en el metro.