Espérame en Noruega, vida mía

Los devotos del voyeurismo saben que algunas mujeres dominan el arte de desnudarse, pero probablemente aún no se han enterado que, ahora, desnudarse es, literalmente, un arte. La responsable de elevar el streaptease a tal categoría es la justicia noruega, al responder a una demanda del bar Diamond Go Go de Oslo, que se rehusaba a pagar un 25 por ciento de IVA por sus tickets de entrada. El abogado del ahora cultural recinto, argumentó con astucia que los espectáculos ahí representados no eran vulgares y que eran llevados a cabo por bailarinas profesionales. El Tribunal de Apelación resolvió que el streaptease es un arte y que su práctica se asemeja a otras artes escénicas exentas al impuesto al valor agregado en ese país. Por lo tanto, ahora los table dance no pagan impuestos en Noruega. Un acto a todas luces de justicia, pues los cuerpos en movimiento de los table dance muchas veces asemejan esculturas de Rodan, además de que sus lances cautivan por encima de las rutinas del Cascanueces. Por si esto fuera poco, ¿quién no ha encontrado más de una musa bajo aquellas húmedas y licenciosas penumbras? Y todo por amor al arte.