Polonio 210: huésped incómodo

El cuerpo del ex espía ruso Alexander Litvinenko fue enterrado el 7 de diciembre en el cementerio Highgate de Londres, en un ataúd cerrado herméticamente para evitar un posible escape radioactivo. El sepelio coincidió con una neurosis colectiva en Londres y Moscú provocada por el polonio 210, la sustancia que mató a Litvinenko, y a dos meses del asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya, crítica del régimen de Vladimir Putin y un caso que, se cree, Litvinenko investigaba.

Este caso ha involucrado a Scotland Yard, a los servicios secretos del Kremlin y a numerosos expertos químicos, además de movilizar a disidentes rusos, dirigentes islámicos y diplomáticos. El día en que Litvinenko presentó los primeros síntomas del envenenamiento, se reunió con dos rusos y un italiano: en 30 días, dos de ellos fueron hospitalizados por posible intoxicación con polonio 210. También han aparecido restos de radiación en aviones de la British Airways, en el hotel Millenium y el estadio del Arsenal en Londres, así como en la embajada británica en Moscú.

El polonio 210 es un elemento químico radioactivo empleado en centrales nucleares y centros de investigación atómica, según una nota de El Mundo, y la intoxicación con esta sustancia puede causar en las personas las mismas consecuencias que tuvo la radiación en Hiroshima. Como sucedió tras los atentados del 11 de septiembre, cuando una ola de ántrax se esparció como fantasma chocarrero, ahora un huésped incómodo viaja por Europa. Su pasaporte es la trama de una novela negra.

La foto que ilustra este post es de AP, tomada de la página de El País.