Consumado está: los Rayados de Monterrey (antes también conocidos como La Pandilla) quedaron campeones del Torneo de Apertura 2009 del fútbol mexicano. Y, de pasadita, confirmaron lo que ya viene siendo una tradición desde hace varios torneos: el Cruz Azul es el subcampeonísimo por excelencia. Así pues, el equipo norteño viene a ocupar el lugar que, hace seis meses, ocuparan los Pumas de la UNAM, que no pudieron refrendar su valía como campeones y le dejaron el espacio al Monterrey. Enhorabuena.
La serie final estuvo sabrosa: el partido de ida terminó con un 4-3 a favor de los Rayados, que dieron un partidazo sobre todo en el segundo tiempo. El de ayer, como se preveía, fue un duelo más cerrado, con un Cruz Azul buscando el gol que empatara el marcador global y un Monterrey dedicado, con todos sus jugadores, a defender la pequeña ventaja. Las cosas, obvia decirlo, le salieron mejor al equipo de Víctor Manuel Vucetich, que anotó los goles en el momento oportuno. No así los dirigidos por Enrique Meza, que no pudieron meter la bola sino demasiado tarde y, con esto, le regalaron a su director técnico su segundo subcampeonato del año.
¿Los protagonistas? Ya los habíamos dicho: primero, Humberto El Chupte Suazo, que, como se dice, se echó en hombros al equipo, lo organizó y anotó el gol definitivo; segundo, Aldo de Nigris, que volvió a anotar y confirmó aquello de que motivación mata técnica.
Un triunfo merecido, nadie lo niega, y sobre todo muy anhelado por afición del Monterrey que, hay que decirlo, es la mejor afición de México, apenas igualada por sus paisanos Tigres de la UANL.
Bien por el Monterrey, lástima por el Cruz Azul.
Viva el Rey, con R de Rayados.