Modestia aparte

Alonso Ulloa Vélez, el supersecretario de Políticas Públicas de Jalisco, fue bastante modesto: “Es una tristeza que en este país tengamos que darnos premios por hacer lo que tenemos que hacer”. Lo hizo en la recepción de un galardón al gobierno del estado, el 12 de diciembre, por estar al corriente en el pago de derechos de autor de software. Su modestia corresponde a la poca visión estatal: la tristeza es que el gobierno no contemple la migración a software libre, con lo que salvaría millones de pesos para emplear, como les gusta decir, en “programas prioritarios”.

Una computadora sin software es como un automóvil sin gasolina ni interiores. Hay compañías dedicadas a la producción de esos elementos. El automóvil es el hardware, la “cosa” que en teoría hace maravillas, pero que, en la práctica, deja la labor al software, los programas que hacen las maravillas. Al comprar una computadora, aunque el proveedor no se lo diga, usted destinó una parte del monto de compra a los derechos para utilizar algún software (Windows, Mac, Excel, Photoshop), desde el programa de escritorio (el sistema operativo con el que trabajan las computadoras) hasta aplicaciones específicas, como Office de Microsoft, el más común, con el procesador de palabras Word, el programa de presentaciones PowerPoint o la hoja de cálculo Excel.

Existen programas gratuitos, libres, creados por personas en todo el mundo dispuestas a compartir su tiempo y sus conocimientos. El sistema operativo libre más famoso es el de Linux, equiparable a Windows o al de Mac, y aplicaciones gratuitas tipo Word, Excel y PowerPoint. Algunos incluso permiten la lectura de documentos generados por “software formal”, como los de compañías de Bill Gates (el más rico del mundo, después de Carlos Slim).

Algunos países han migrado a software libre. El más reciente es Holanda, cuya estrategia le ahorrará al menos 88 millones de pesos. Antes fueron Alemania, Brasil, Cuba, Francia y Venezuela. En la ciudad de México, la delegación Tlalpan trabaja desde hace meses con software gratuito.

Ulloa Vélez fue bastante modesto: el premio debería ser por innovar en el uso de software gratuito. Pero hay que dar gracias a Dios: El Vaticano agradeció nuestros regalos navideños. Salve, Emilio.