Flaca de sueños rotos

Ana Carolina Reston murió el 14 de noviembre, víctima de una insuficiencia renal. Tenía 21 años. Medía 1.70 metros. Pesaba 40 kilos. Según la página de modelos Elite, donde trabajó esta brasileña nacida en São Paulo, tenía ojos y cabello castaños y marcaba 87 de busto, 60 de cintura y 89 de cadera. La muerte, sin embargo, no le tuvo consideración. Se la llevó. Como se lleva el viento las hojas de los árboles, porque eso era Carolina Reston: una chica extremadamente delgada, cuyas piernas, según declaró su tía Mirthes Reston, “eran del grosor de un brazo de una persona normal”.
La muerte de Ana Carolina Reston calentó la polémica surgida a mediados de septiembre en Madrid, cuando los organizadores de la Pasarela de Cibeles prohibieron la participación de modelos cuya masa corporal no se ajustara con los estándares de salud. En agosto, la modelo uruguaya Luisel Ramos murió de un paro cardiorrespiratorio justo al terminar un desfile en Montevideo. Primero se pensó en anorexia, aunque la autopsia decretó exceso de estrés.
La vida de Ana Carolina fue una lucha frente a las adversidades económicas y la imposibilidad de cuadrar los sueños con la realidad: comía lo que el bolsillo le permitía y robaba papel sanitario de lugares públicos; dejó de llevar a su madre a los viajes porque no tenía para pagarle el boleto; descuidó un tratamiento psicológico porque no quería perder el trabajo. Al final perdió la vida. Descanse en paz Ana Carolina Reston Macan, víctima de la anorexia y la bulimia.