“Vengo desde San Luis Potosi a Guadalajara solo para ver y escuchar a Ozomatli”, contó Alfonso Zavala. Andó por las calles, saludó a sus colegas, vivió cosas curiosas. “Valió la pena”.
Zavala, con sus colegas los Ozomatli, de playera azul con una H en el pecho, una boina en la cabeza, una sonrisa emocionante y el dedo pulgar arriba.
Plática con Alfonso Zavala, en la avenida Mariano Otero, minutitos después de su encuentro con Ozomatli.
Gritaban los cinco vestidos de negro. Acompañantes del escritor David Lozano pescaban a los paseantes con sus invitaciones y alaridos. El mal: secuela de la puerta oscura sería presentado minutos después en el Salón Mariano Azuela. Con el libro por delante y los muertos por detrás, David Lozano se abrió espacio entre la gente. El salón aguardaba.
Texto y foto: Karenina Casarín
Sus enamorados hablan de ella. Entrada en años y en territorio, Guadalajara fue inspiración para recorrer la historia de sus calles y construcciones, así como buscar la memoria de lo que ya no existe. Guadalajara, de alarifes, catrines y bicicleteros es una compilación de imágenes y testimonios que interpreta a la ciudad en un eje de 25 kilómetros, de la glorieta Minerva a San Juan de Dios.
Entre archivos públicos y personales, la arquitecta Mónica del Arenal “nos toma de la mano y nos presenta una ciudad que carga su pasado, valores y fracasos”, dijo el escritor Dante Medina, en la presentación del libro el 29 de noviembre. Medina recordó que las ausencias y pérdidas en la urbe son descritas para que no olvidemos parte de la huella tapatía, como el Puente de las Damas y la Escuela de Música, ahora borradas del presente.
Crónica de la cara festiva de Ozomatli, el domingo 29 por la noche.
En la onda del combo angelino, acá una galería del bailongo y entrevista con la banda
Pásele por aquí, vaya para allá, quédese en la pestilencia CompostaFIL
“Al cliente, lo que pida”, reza el sabio refrán, un dicho que aplicó Ozomatli al pie de la letra. El combo establecido en Los Ángeles, segundo en la agenda musical que exhibe gratuitamente la FIL, se echó a la bolsa a una buena flota —cuatro mil espectadores—, con un repertorio basado en su cara festiva y sobre todo de manufactura latina. Cumbia, merengue, son, reggae y demás géneros calientes fueron los protagonistas de un concierto que alcanzó la hora y media de duración, y que tuvo un final por demás inesperado, con los integrantes del grupo sonando tambores y metales entre la gente. Sí, el público les celebró todo y ellos lo complacieron hasta tocándole de cerquita.
Véase la fiesta de Ozomatli en estas estampas del concierto del domingo 29 por la noche del combo angelino.
Desde el arribo de la banda a la ciudad, los multiculturales salseros, sakateros, raperos y rockeros, ya charlaron y comieron.
Nosotros, como cientos de aficionados a las sacudidas, acudimos al concierto que acá vemos, desde el ojo del huracán.
Si prefiere usar sus oídos, vaya acá para escuchar la entrevista y conocer más de la banda.
El español Javier Sáez acaba de ganar la primera edición del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero. El libro se llama «Mirar al agua» y tiene como subtítulo «Cuentos plásticos», por la deliberada intención de autor de explorar la relación entre las artes plásticas y la literatura. Se puede pintar con palabras, dice Sáez en el lobby del hotel Hilton, donde conversamos sobre sus libros, sobre su reivindicación del escritor como artista, sobre su pasión por los cuentos y sobre su casa editorial, Páginas de Espuma, que desde hace años se ha destacado por su apuesta por la narrativa breve en un panorama editorial en el que los cuentos se pierden entre tantas novelas.
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Entrevistó: José Miguel Tomasena
Foto: Diana Martín
Gritos narrados del sábado 28 por la noche, en la Rambla Cataluña, a un costado de la rectoría de la UdeG. Noche punk angelina
Las Tres
“Ella muerde pero yo no muerdo”, dijo Mars, lead guitar de The Sirens, refiriéndose a Dejah (bass) al invitar al público a acercarse al escenario. Obedientes avanzaron y el concierto comenzó.
Justo en la celebración de sus 70 años, el poeta José Emilio Pacheco fue designado ganador del Premio Cervantes. El escritor, quien se encuentra en Guadalajara, donde recibe un homenaje de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, es el cuarto mexicano en obtener el galardón (antes lo recibieron Octavio Paz, Carlos Fuentes y Sergio Pitol), dotado con 125 mil euros (es decir, muchos, pero muchos pesos mexicanos). El jurado destacó la capacidad del autor de Las batallas en el desierto para crear un mundo propio.
Dé clic en el enlace para conocer todas las actividades de José Emilio Pacheco en la FIL.
El doctor Coquito es un insigne doctor payaso, logró inventar un hule que no se revienta. Este descubrimiento le vino de perlas a un gremio para quienes su mayor mal es, precisamente, la rotura de la liga que sostiene sus rojas narices.
Una relación entre una mujer madura y un niño es la trama que Fabio Morábito (Alejandría, 1955) le llevó entrelazar durante 15 años.
Por fin, su primera novela ha salido a la luz, y aquí conversa sobre este largo proceso, en el que también hay tiempo para dejar descansar el texto y volver a él con perspectivas distintas.
El resultado tiene el nombre de Emilio, los chistes y la muerte, historia en la que el autor, explica, tuvo que despojarse de sus propios tabúes para poder contarla.
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Entrevista: Turco Viejo
Fotografía: Moleskine Literario
