Poemas de Fernando Pessoa, de Octavio Paz

CANCIONERO

I

Hojas, audible sonrisa,
Apenas rumor de viento.
Si yo te miro y me miras,
¿Quién primero se sonríe?
El primero luego ría.

Ríe y mira de repente,
Lo mira por no mirar,
Entre las hojas tupidas
El son del viento pasar.
Todo es disfraz, todo es viento.

El que mira está mirando
Adonde no ve: se vuelve:
Estamos los dos hablando
Lo que no se conversió.
¿Esto se acaba o empieza?

II

Pasa una nube por el sol.
Una pena para el que ve.
El alma es como girasol:
Sólo mira al que tiene al pie.
¿Cuál hora maligna te enrolla,
Bandera que revuelta ondeas?
Pasa la nube. El sol retorna.
La alegría girasolea.

III

Remolino el viento.
Gira el aire, gira.
A soñar conmigo,
Va mi pensamiento,

Hasta las alturas
De las arboledas,
A sentir sin miedo
Pasar alto el fresco,

A saber que soy
Aquello que quise
Cuando oí decir
Lo que el viento dice.

IV

A la orilla de este río
O en los bordes de aquel otro,
Pasan en fila mis días.
Nada me impide o me impele,
Ni me da calor o frío.

Miro al río y a lo que hace
Cuando no hace nada el río.
Miro los rastros que deja
En su tránsito al borrarse
Lo que se ha quedado atrás.

Miro y mirando medito,
No en la corriente que pasa
Sino en lo que estoy pensando,
Pues lo que miro en el agua
Es no ver que está pasando.

Voy por la orilla del río
Que pasa no sé por dónde
Y a su corriente me fío:
Visto o no visto este río,
Él pasa y yo me confío.

V

Otro, ser otro siempre,
Viajar, perder países,
Vivir un ver constante,
Alma ya sin raíces.

Ir al frente de mí,
Ansia de conseguir,
Ya sin pertenecerme,
La ausencia que es seguir.

¡Viajar así, qué viaje!
Sólo en sus pensamientos
Mi pensamiento viaja:
El resto es tierra y cielo.

VI

Si yo, aunque ninguno fuera,
Pudiese tener sobre la cara
Aquella claridad fugaz
Que aquellos árboles tienen,
Tendrían aquella alegría
Que tienen por fuera las cosas,
Porque la alegría es de la hora
Y se va con el sol cuando enfría.

VII

Soy un evadido.
Luego que nací
En mí me encerraron
Pero yo me fui.

La gente se cansa
Del mismo lugar,
¿De estar en mí mismo
No me he de cansar?

Mi alma me busca
Por montes y valles.
Ojalá que nunca
Mi alma me halle.

Ser uno es cadena,
No ser es ser yo.
Huyéndome vivo
Y así vivo estoy.

VIII

Contemplo lo que no veo.
Es tarde. Avanza lo obscuro.
Todo lo que en mí es deseo
Se detiene frente a un muro.

El cielo es grande en la altura.
La arboleda es su sostén.
El viento por la espesura.
Hojas, presencia en vaivén.

Todo está del otro lado,
Donde no está ni lo pienso.
Y cada ramo agitado
Hace al cielo más inmenso.

Se confunde lo que existe
Con lo que dormido soy.
Nada siento, no estoy triste,
Triste es esto en donde estoy.

IX

Reposa, sobre el trigo
Que ondula, un sol parado.
No me entiendo conmigo,
Ando siempre engañado.

Si yo hubiese logrado
Nunca saber de mí,
Habríame olvidado
De este olvidarme así.

El trigo mece leve
Al sol ajeno, igual.
El alma aquí, ¡qué breve,
Con su bien y su mal!

Poemas transcritos de Obra poética II (1969-1998), de las Obras Completas de Octavio Paz publicadas por el Fondo de Cultura Económica, en 2004.