Queremos tanto a Wikipedia

En la edición 421 de la revista Magis, que edita la universidad jesuita ITESO, tuve el honor de acompañar el material de portada de Naief Yehya sobre Wikipedia con un artículo de opinión. Yehya es el observador más preciso e implacable de la cultura digital en México y escribe en su artículo “Wikipedia: la búsqueda del conocimiento completo” sobre la iniciativa de Jimmy Wales para “cuestionar la jerarquía intelectual dominante y la validez de las reglas tradicionales de la academia en la era digital”.

Escribo este post más para recomendar el artículo de Yehya en Magis que mi texto, «Queremos tanto a Wikipedia«, que copio a continuación sólo por registro (y vanidad de vanidades, como bien dice Unamuno).

Queremos tanto a Wikipedia

Se robusteció sin que nos diéramos cuenta. Buscamos información sobre un personaje relevante o un dato sin importancia y el algoritmo de Google nos presentó los resultados de Wikipedia en las primeras posiciones. Ocurrió casi con cualquier tema y un día alcanzamos 733,000 artículos publicados sólo en español. La vimos citada, plagiada y replicada en tareas escolares, en notas periodísticas, en ponencias magistrales. Wikipedia parecía un gigante al que debíamos temer, y al que siempre consultamos. El extraño Borunda de Reinaldo Arenas que dictaba extravagancias a fray Servando.

Los profesores lo advirtieron pronto ¡Nada de Wikipedia en mis clases! Pero el alud de trabajos idénticos siguió creciendo. Lo mismo sucedió en el periodismo: cientos de páginas impresas con la misma información. Y pifias de antología fueron convertidas en hechos. Nos habríamos evitado problemas siguiendo la máxima Si no puedes con el enemigo, únete a él. Porque la mejor forma de lidiar con la enciclopedia más grande de la Historia —que para nada es un enemigo— es consultarla, revisarla y… corregirla. Como si pudiéramos enviar una corrección a la Enciclopedia Británica o al Diccionario de la Real Academia de la Lengua y verla inmediatamente aplicada.

La Wikipedia es un estandarte de la revolución digital, un territorio donde habitan las premisas más nobles de internet: difusión, colaboración, solidaridad y gratuidad. Sus coordenadas coinciden con servicios como Google, Twitter, WordPress o Creative Commons: herramientas que apoderan a los usuarios para documentarse, expresarse y compartir. “Wikipedia parte de una idea radical: dar acceso libre al conocimiento universal. Mi objetivo es dar una enciclopedia gratis y libre en su idioma a todas las personas del planeta”, ha dicho Jimmy Wales, su fundador. Es la enciclopedia en permanente evolución.

Las fuentes tradicionales de información y consulta han perdido el monopolio de los hechos; han cedido buena parte de su control a una serie de servicios en línea que por lo general se ofrecen de manera gratuita. Ya no debemos esperar el noticiero para enterarnos del tráfico vial en la ruta al trabajo ni para conocer los documentos públicos que oculta el gobierno; tampoco ir a la librería por la enciclopedia de papel para leer la biografía del astronauta José Hernández, y mucho menos encender la televisión a determinada hora para impactarnos del brutal asesinato de una activista de los derechos de las mujeres en Ciudad Juárez. El acceso a internet y a los contenidos generados por millones de personas está dando vuelta a una pesada página que vimos durante décadas.

Hay más motivos para la angustia de los aristócratas de Baricco: el cambio no comenzó ayer. Se inició con el declive de la publicidad en los medios impresos: como si se tratara de generación espontánea, desarrollos digitales como Craigslist desbarataron el mercado de los anuncios clasificados y dieron pie a una mutación comercial que hoy vemos reflejada en servicios como Groupon o Facebook Places: ofertas hiperlocales en beneficio de los usuarios. En medio, la masificación de las redes sociales por internet, donde todos nos convertimos en una potencial fuente noticiosa y de opinión pública. Y alrededor, el abaratamiento de la banda ancha, la popularización de los teléfonos inteligentes y las computadoras de bajo costo. Sitios como YouTube o LiveStream se convirtieron en la nueva televisión y blogs y páginas de ciudadanos comunes difundieron contenidos de extrema calidad.

Los bárbaros crearon Wikipedia hace 10 años y hoy suman 400 millones de usuarios mensualmente, con ediciones en 278 lenguas y un intrincado sistema tecnológico para mejorar la veracidad de los artículos publicados y evitar el vandalismo, como se denomina en la jerga “wikipediana” a la edición malintencionada (como cambiar la foto del Papa por una de Palpatine, el emperador de Star Wars). En diez años, Wikipedia ha conseguido una comunidad fiel que puede acumular hasta 16 millones de dólares para su mantenimiento y mejora, y cuenta con el apoyo de fundaciones y compañías como Ford, Google Inc., comScore o Sun Microsystems. Ha creado una red de servicios paralelos para reunir el saber universal y difundirlo de manera libre: archivos sonoros y en video, reproducciones de obras de arte, diccionario.

Bien podríamos cambiar los verbos de la oración: en lugar de prohibir o combatir, contribuir, porque Wikipedia es una mina de información que, como todas las fuentes, físicas o digitales, hay que saber utilizar. Y, por supuesto, citar.

La foto de este post forma parte de la iniciativa I [edit] Wikipedia, creada en la Texas State University, con la que se ilustró el material de portada de Magis 421.