El niño que fuma (y otros niños raros)

La imagen le ha dado la vuelta al mundo: Sandi Adi Santoso, niño de cuatro años de Indonesia, superó su adicción al cigarro tras un tratamiento de cuatro meses. Este reportaje televisivo cobró relevancia por la singularidad de su contenido, pero también porque este 31 de mayo se celebró el Día Mundial Sin Tabaco.

A nosostros no nos interesa tanto ese enfoque higiénico, sino resaltar la metáfora siniestra que encarna este menor. Como puede verse en el video que acompaña este post, Sandi le entra al cigarro con una soltura escalofriante, sobre todo porque parece un niño atrapado en el cuerpo de un adulto.

Sandi Adi Santoso nos hace recordar las palabras de Élisabeth Roudinesco en su libro Nuestro lado oscuro:

“…los fantasmas propios de la perversidad polimorfa que caracteriza el mundo de la infancia. Un mundo cruel hecho de arañas sin patas, humanos deformes, quimeras, aves descuartizadas, en resumen, todo un brevario de la deconstrucción corporal respecto del cual sabemos que permite al niño proyectar fuera de sí mismo el terror que le inspira su enrtada en el universo lingüístico”.

En efecto, este bebé, y el que aparece en el otro video aquí colgado (y quien fuma 40 cigarros al día), dominan el arte del cigarro mucho antes que el del habla. Nada más atemorizante que un niño que no parece niño.

En esta galería de niños raros también nos acompaña el famoso guerrillero asiático reclutado por las FARC colombianas, y cuya fotografía se dio a conocer a principios de año.

Y de postre: el bebé con cara de adulto y fumador de puros creado por Charles Burns en su serie de cómics El Borbah: