El disparo de Cabañas

Un extraño sino persigue a este espacio, de modo que siempre llegamos tarde a las notas importantes. Ni hablar, lo aceptamos y actuamos en consecuencia. Así pues, con un día de retraso posteamos algo que comenzó a causar consternación desde muy temprana hora de ayer: el disparo que le dieron a Salvador Cabañas, flamanate e implacable atacante del América y que ha dado de qué hablar no sólo en México, sino allende las fronteras.

A esta hora la información ha corrido como agua. Basta teclear Salvador Cabañas en Google para encontrar cientos —quizá miles— de entradas que hablan sobre el tema. Detrás de los informes minuto a minuto y los reportes y las semblanzas y los videos de sus mejores goles y demás,  la pregunta sigue siendo la misma: ¿qué pasa? ¿a dónde hemos llegado?

Hay puritanos que se alarman de que Salvador anduviera de fiesta a esas horas de la noche, una mera manera de evadir el tema de fondo: la inseguridad. Si el güey quiere aventarse una orgía es libre de hacerlo. Y tiene derecho a hacerlo con todas las garantías de seguridad. A Cabañas le pagan por jugar —y vaya que lo hace: 123 goles en México lo avalan—, no por portarse bien ni ser un ejemplo para la juventud. Lo que le pasó la madrugada del lunes nos deja una pregunta volando: ¿cuándo le tocará a un amigo, vecino, pariente? La respuesta alarma porque, al no ser figuras del fútbol —o de la farándula o de la política— seguramente cuando pase nadie se enterará.

Desde su llegada a México para jugar en los Jaguares de Chiapas, Cabañas se distinguió por ser un jugador de esos que se agradece hayan venido. Alejado de los desmadres, metió cuantos goles quizo de las formas que se le antojaron. Su calidad fue aval suficiente para que emigrara al América. Y mientras muchos jugadores que lucen en un equipo desaparecen en otro, Salvador mantuvo —e incluso incrementó— su nivel. Pronto se convirtió en ídolo y en uno de los mejores jugadores de la liga nacional.

Todo el párrafo anterior está en pasado. Y es que, optimismos aparte, seguramente Cabañas se enfrentó, precoz e intempestivamente, con el retiro. Nadie sabe cómo va a quedar después del disparo. Pero está por cumplir 30 años, y en el fútbol esa edad es el punto de partida para que un jugador comience a declinar en su cualidades. Hay excepciones, claro, pero las excepciones sólo confirman las reglas. Seguramente se perderá el Mundial y difícilmente podrá volver a pisar una cancha. Nadie sabe.

Cierro el post con una frase del médico Ernesto Martínez Duhart,  el neurólogo que operó a Salvador Cabañas, quien es franco. La cita la vimos en Mediotiempo. Dice:

«Salvador ha mostrado cambios muy favorables, y decimos muy favorables porque el cambio principal es que no se ha deteriorado más […] la situación es favorable, pero hay que esperar, sigue estando grave, no ha pasado la gravedad, pero tenemos todavía que vigilarlo estrechamente»

Ojalá la libre.

2 comentarios sobre “El disparo de Cabañas”

  1. Se especula sobre un posible sucesor en la delantera, ya que al parecer, el reglamente permite dar de alta a otro jugador. Alguna novedad, estimado turco vejancano?

    1. Según El Economista, no será posible que el América registre a un suplente para Cabañas. Citan a Enrique Bonilla, presidente de la rama de la primera división, quien explica que el remplazo sólo se da en caso de venta de algún jugador.

      Pero en México todo es posible, así que estaremos alerta.

      TV

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