Los piratas

The Pirate Bay no esconde ni poquito la bandera pirata. Que las suposiciones se vayan al carajo: los responsables de ese sitio posibilitan la descarga de archivos torrents resguardados con copyright, sin pagar un centavo a las transnacionales. ¿Estoy hablando en chino? Pues los chicos de The Pirate Bay hablan en sueco y le están dando fuertes dolores de cabeza a la industria tradicional.

Usted debió leer sobre el juicio contra The Pirate Bay (TPB) en este periódico. Si no fue así, le platico, que para eso es esta columna: la industria denunció a TPB de piratería, por permitir a millones de usuarios descargar películas y discos y series de televisión y videojuegos sin el correspondiente pago de derechos a los distribuidores. Al final, un juez decidió que los cuatro responsables de TPB deben pasar un año en la cárcel cada uno y pagar 3.6 millones de dólares.

La sentencia, que será apelada, es nada en comparación con los catorce millones de dólares que exigía la industria. TPB no aloja los archivos, sólo los ficheros que llevan a los archivos, así que a lo mucho los sentenciaron de promover la piratería, algo así como apología. The Pirate Bay lleva la piratería en el nombre.

Hay quienes afirman que este caso, histórico como el cierre de Napster de 2001, son los últimos coletazos de una industria agonizante, que se enfrenta a casos de distribución personalizada de marcas como Radiohead o Nine Inch Nails.

Los modelos de negocio tradicionales caen a pedazos. Los periódicos lo viven; la industria discográfica, también. Cada vez más los usuarios tienen el control, basados en internet, una plataforma compleja y democrática que será muy difícil de regular.

El caso Napster, un sitio dedicado a compartir música, multiplicó el número de usuarios de descargas consideradas ilegales. El mismo resultado tienen las razias en Estados Unidos contra los usuarios que descargan archivos. TPB seguirá activo, mientras se resuelvan todas las instancias del juicio. Les recomiendo darse una vuelta, encontrarán algo de interés.

Si andan generosos, compren una camisa de The Pirate Bay en ByteLove. Están un poco caras (la mía, de materiales reciclados, costó casi 600 pesos), pero valen la pena: son un aviso a la industria para que modifique sus precios de distribución.

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