ConCómics y el gran Karmatrón

El viernes fuimos Jorge y yo a la primera jornada de la ConCómics en Guadalajara con la intención de hacer un episodio especial de la Composta Amateur. Nos ofrecieron excelentes entrevistas Óscar González Loyo, creador de Karmatrón; Javier Rivero, verdadero artista del doblaje en México; dos fans de Star Wars en Guadalajara; el responsable del mejor stand de juguetes en la ConCómics y unos cosplayers de One Piece, un anime de piratas que no conozco, a pesar de que llevo semanas hurgando en la excelentísima novela de Stevenson: La Isla del Tesoro.

Para ese episodio comiquero, que en los próximos días estará disponible en el sitio de Composta Amateur, nos llevamos al gran Mariño González como invitado especial. Confiábamos en sus conocimientos geeks, en su sabiduría ñoña y mestiza. No nos defraudó. E incluso nos sorprendió: hoy publicó este texto en su columna Disco Roboto de Público-Milenio, con sus primeras impresiones de la feria ConCómics.

La reproducimos sin el permiso de su autor.

Los monitos que ilustran el post los compré en la feria: un Spidy gordo y un Shadow Stormtrooper de cabeza bailadora. Están excelentes y hay más: entre los gordos, Wolverine, Venom, Iron Man; entre los cabezones, prácticamente todos los personajes principales de Star Wars. El Darth Vader estaba rompemadres!

ConCómics y el gran Karmatrón

El concepto original de las convenciones de cómics era simple: un grupo de lectores, a veces poquísimos, que rentaban un salón para intercambiar historietas con otros fanáticos de las aventuras en papel. Con el paso de los años y, sobre todo, con el potencial económico que algunos vieron en este tipo de actividades, predominó el espíritu comercial y, hoy por hoy, se trata de un intercambio de otro tipo: entre empresas y clientes, con dinero de por medio.

José Soto y Jorge Báez, del podcast Composta Amateur, me invitaron ayer a participar en un programa especial sobre ConCómics, el encuentro de historietas y ciencia ficción que se inauguró ayer en Expo Guadalajara. Con cosplayers, concursos de karaoke y muchas calcomanías, esta convención no se diferencia mucho de otras que se han organizado en la ciudad, sobre todo por la casi nula presencia (¡vaya paradoja, Batman!) de cómics: la mayoría de los stands ofertan o muñecos de Star Wars o mangas y productos relacionados.

Si algo rescato de este encuentro —más allá de la presencia de Jeremy Bulloch, actor que dio vida a Boba Fett en Star Wars y quien cobra 200 pesos por autógrafo— es el espacio que da a dibujantes, guionistas y otros creativos mexicanos. Allí vimos, por ejemplo, al cineasta tapatío Rigo Mora, quien ofrecerá un curso, y al dibujante Raúl Treviño, cuya calidad lo ha llevado a colaborar con títulos estadunidenses como Hulk y las historietas del universo expandido de la saga de George Lucas.

Lo más emocionante del día fue, sin embargo, Óscar González Loyo, gran dibujante mexicano y creador de uno de los pocos cómics de éxito en el país: Karmatrón y los transformables. En una breve entrevista con la Composta Amateur, Óscar nos habló del relanzamiento de la historieta —corregida y mejorada—, que en Guadalajara se pueden encontrar en Cómic Castle.

De Karmatrón se puede decir mucho (y ya lo haremos en próximos Discos Robotos), pero ahora quiero destacar el problema que enfrentan los historietistas mexicanos. De acuerdo con Óscar González Loyo, las distribuidoras se han convertido en el más grande enemigo de los creativos nacionales (“una mafia”, dijo), debido a los altos precios que cobran para llevar sus materiales a los puestos de revistas y las librerías. Y aunque al parecer el mercado está copado por las dos grandes editoriales (Vid y Marvel México), gente como Óscar, con su empresa Ka-Boom! Estudio, desde la independencia y con su arduo trabajo y la calidad de sus productos, son una muestra y una esperanza para el noveno arte nacional.

marigno@gmail.com