Este post deberíamos haberlo subido ayer. Las muertes de Michael Jackson y Farrah Fawcett, combinadas por un mal día laboral, no lo permitieron. Ahora nos ponemos al día.
La lógica del fútbol dice muchas cosas. Dice, por ejemplo, que España es mejor equipo que Estados Unidos y Brasil que Sudáfrica. Dice también que una buena final de la Copa Confederaciones hubiera sido Brasil-España, para que midieran sus fuerzas dos de las escuadras con más tradición futbolera. Pero la lógica, las más de las veces, se torna ilógica.
El partido de ayer fue un buen ejemplo: Brasil, la gran selección, la de la magia en los pies, la que le dio un repaso a Italia, batalló hasta el final para poder anotarle un gol a Sudáfrica. Un solo gol. Y ni siquiera se trató de una genialidad o un portento de jugada: un tiro libre ejecutado por Dani Alves, en una jugada que más de alguno afirma no fue falta.
Lo que todos vaticinaban como un banquete para los de la verdeamarelha terminó en un dolor de cabeza. Sudáfrica se plantó bien, hizo su partido —ah, los lugares comunes—, dificultó el accionar de la escuadra sudamericana y hasta estuvo a punto de anotarles gol. Al final la lógica hizo acto de presencia, sí, pero de una manera casi ilógica.
La lógica dice que México es mejor que Venezuela. La lógica dice que por eso ganaron 4-0. La lógica dice que la afición debería ser más crítica y menos eufórica. La ilógica dice que la selección verde «recuperó» su nivel. Y medio mundo lo avala, aunque sea difícil de creer. «Así, sí», se atrevió a titular Récord ayer en su primera plana. Un partido bueno a secas y cuatro goles fueron placebo suficiente para olvidar el desastre del Tricolor, que el domingo enfrenta a Guatemala. Y mientras, Estados Unidos entrenará contra Brasil en la final de la Confederaciones. Ambos de cara a su participación en la Copa de Oro.
Así es la (i)lógica del futbol.