Coreanos chupasangre en Guadalajara
Al revisar la filmografía de Chan-Wook Park (I’m a Cyborg, But That’s OK, Lady Vengeance, Old Boy, Sympathy for Mr. Vengeance) sorprende una estética posmoderna en la que la violencia es un pretexto para crear arte. Muy a la manera de Jean-Pierre Jeunet, sus guiones tienen la gracia de conjugar la literatura con el lenguaje cinematográfico, para crear escenas cargadas de poesía. Todas sus películas dan la impresión de ser escritas por un fotógrafo con alma de poeta que hace guiones para divertirse al máximo durante el rodaje. Construyendo minuciosamente cada plano, cada secuencia, cada dialogo. Su más reciente trabajo no es la excepción. Sed (Bakjwi, Corea del Sur, 2009) gira alrededor de la figura mítica del vampiro. La historia va de un sacerdote coreano que viaja a África para ser voluntario en un peligroso experimento con resultados desastrosos. De regreso a Corea se sorprende al descubrir que ha desarrollando una fuerza sobrehumana, una capacidad sensorial que raya en lo sobrenatural y una sed de sangre difícil de controlar. Este nuevo mundo de intensos estímulos sensitivos lo lleva a enamorarse de una mujer casada que lo orillará a poner en duda sus votos de castidad. El resultado es una renovación de la figura del vampiro que conjuga comedia negra con gore light y erotismo masoquista sin reparo en adular al espectador. Sed es una película que sólo podía haber surgido en la retorcida mente de Chan-Wook Park. ¿A quién más se le podía haber ocurrido la historia de un sacerdote vampiro? Eso es tan incoherente como un astronauta que a medio viaje hacia la Luna descubre que es un hombre lobo.
La noche de los políticos closeteros
En Estados Unidos ser homosexual tiene otras dimensiones. Detrás del tío Sam se esconde una comunidad gay que milita de manera ferviente por los derechos de los homosexuales, transgéneros y lesbianas sin temor a ser reprimidos. Hay, incluso, ciertos personajes que se dedican de tiempo completo a desenmascarar políticos de homosexualidad closetera. Este es precisamente el punto de partida de Outrage (Estados Unidos, 2009). El afamado documentalista Kirby Dick (Twist of Faith, This Film Is Not Yet Rated) explora en su nueva cinta la hipocresía de ciertos políticos homofóbicos, generalmente republicanos, que viven a oscuras una sexualidad contraria a lo que predican. Pero el valor de esta cinta es que va más allá del morbo para explorar el infierno personal que implica ser una figura publica y no tener la posibilidad de vivir una sexualidad plena. Sin duda un documental redondo, pero que sólo funciona en el primer mundo. Si eso pasa con los gringos, ¿qué podemos esperar en México? Acá abajo vivimos tan jodidos que con casos como el del góber precioso ya hemos perdido la capacidad de asombro.
Lisanka y las buenas intenciones
Aunque la intención es buena, el problema con Lisanka (Cuba, Venezuela, Rusia 2009) es el abuso de clichés. La cinta gira alrededor de la famosa “crisis de los misiles” de 1962, cuando Estados Unidos acusó a la Unión Soviética de mantener una base militar en Cuba. Esto desencadenó una situación diplomática que amenazó la paz mundial con la paranoia de una guerra atómica a punto de estallar. Daniel Díaz Torres (Camino al Edén, Cuba: caminos de revolución, Hacerse el sueco), director y coguionista, intenta abordar el tema desde un nuevo ángulo: mediante un pueblo cubano que se encuentra muy cerca de la dichosa base. Su mala decisión radica en narrar la historia a partir de un triangulo amoroso entre Lisanka, una chica revolucionaria de muy buen ver; dos cubanos, uno revolucionario y otro católico, y un soldado ruso con alma de poeta. Todo esto contado con pistolas de plástico y personajes pueblerinos tan frescos como la puta, el sacerdote y el tonto. Si hay algo realmente bueno en todo esto es la forma en que expresa el sentir de una época sin idealizarlo, señalando que en algún momento de la historia fueron tan ciegos quienes creían que la revolución cubana arreglaría todo como los se opusieron a ella por cuestiones religiosas.
reseñas: Alejandro Aguirre