Una vez pasada la euforia por el traspaso del Chícharo Hernández al Manchester United, una de las cosas que más nos han llamado la atención por acá son los requisitos que pide la Asociación de Fútbol Inglés para dejar jugar a alguien en sus canchas. Es, por decir lo menos, una diferencia abismal a lo que suele ocurrir por estos lares. Y ahora entendemos por qué están donde están.
Según una nota que apareció en uno de los noticieros de Televisa, estos son los requisitos que debe cumplir cualquier jugador que pretenda ponerse la casaca de algún club inglés —como el Chícharo:
- El jugador debe haber participado al menos en el 75 por ciento de los partidos tipo A de su país, mientras haya estado como elegible, durante los últimos dos años.
- El país de procedencia del jugador debe ubicarse, al menos durante los últimos dos años, en la posición 70 —o más arriba— de la clasificación mensual que realiza la FIFA.
- La solcitud del Permiso de Trabajo como Jugador de Fútbol deberá ser realizada por un club afiliado a la Premier League.
Si no se cumple con alguno de estos requisitos, el equipo puede solicitar que se instaure un panel de expertos, quienes deberán evaluar la calidad del jugador y su experiencia. Este panel se integrará por eruditos de la Asociación de Fútbol Inglés y un máximo de tres independientes. Ellos deberán considerar si el jugador tiene la calidad necesaria y si puede contribuir, de manera significativa, al desarrollo del fútbol en Inglaterra. La decisión del panel debe ser por mayoría absoluta.
Ese es, en teoría, el «único» trámite que le falta al Chicharito para poder integrarse a su nuevo equipo. Nomás.
Si de verdad es en serio todo lo anterior, entonces ya podemos darnos una idea de por qué el fútbol mexicano está como está. En Inglaterra jugar el deporte de las patadas es cosa seria; acá, una pachanga.
Recordamos, por ejemplo, el paquete de brasileños que le vendieron al Atlas: los promotores nomás les enseñaron unos videos y los rojinegros dijeron que sí. Ya con la transacción hecha, resultó que dos venían lesionados. Uno se fue a los Leones Negros y el otro se lo tragó la bruja —ya no se ha dicho nada de él. Además, eran malos como su putamadre. Como tantos extranjeros que, cada seis meses, llegan a causar lástima y luego se quedan rebotando de un equipo a otro. Este caso se repite tantas veces que da náuseas.
La venta del Chícharo nos está enseñando algunas cosas interesantes. Sin duda.