Dicen los que saben que cuando una jugada está condenada a no ser gol, no lo será jamás aunque bajen los mismísmos dioses del estadio a tratar de meter la bola en la portería.
Para muestra, este botón: en una jugada apretada, un defensor reclama un fuera de lugar. Como suele suceder, el que levanta la mano es el que está habilitando al rival. Cuando se da cuenta, corre a tratar de impedir un gol que, parece ser, es imposible de fallar. El atacante dispara y… el defensor se barre, tapa la bola con la pierna, luego con la cadera y, finalmente, se estira cual jirafa para evitar el gol. Esto pasó en un partido entre el Hamburgo y el Schalke 04.
Pero mejor véanlo.
Tal como se discutía Camilo Romero…
¡Ja!
Camilo Romero. Ya no me acordaba de ese buen ropero.
Salud.
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