Cuatro cintas para despedir la fiesta cinéfila

 

Imagen de la cinta Perdida, que se exhibe en el festival

Perdida (México/España, 2010). La historia no es un compendio de frías estatuas e inmensos monolitos. Nada de eso. Nuestro espíritu colectivo es más como el de los insectos que nacen y mueren en el aire, renovándose a cada tanto y formando enjambres interminables. El problema es que los libros se esfuerzan en negarlo. Por ello, a veces es necesario olvidarse de convencionalismos para dar un paso más allá. Así lo hace Viviana García Besné al rescatar la historia de su familia en un documental donde tatarabuelos, abuelas y tíos aparecen entremezclando dramas personales con la introducción del cine sonoro en México, el surgimiento de la primera distribuidora mexicana, el inicio del cine de ficheras y de luchadores, así como el asesinato de la industria cinematográfica por parte del presidente Echeverría. Y es que la familia de Viviana es ni más ni menos que una de las pioneras en la industria del cine nacional. No le quedó de otra que tomar la cámara y rescatar de viva voz la crónica de una historia cuyos protagonistas aparecen a punto de morir. Emulando así la imagen de un antropólogo que se aventura en lo profundo de la selva para descubrir las ruinas del cine mexicano. El resultado es un documental sencillo pero puntual. Con tanto contenido que resulta tan apremiante como pasearse por un buen museo, pero sin caer en lo sobrio o aburrido.

Still del documental Presunto culpable

Presunto culpable (México, 2009). Todos los días hay ciertas personas que se ven forzadas a vivir los ecos de la lucha de independencia y de la revolución, dando todo de sí para mejorar el país. Es el caso de Roberto Hernández y Layda Negrete. Los abogados responsables del exitoso El túnel, pequeño documental en que el que exhibían las incongruencias de un sistema de justicia represor cuya única finalidad es encerrar a los que menos tienen. En esta ocasión retoman el tema presentando un largometraje que exhibe el martirio que vivió José Antonio Zúñiga a largo de dos años, en los que luchó por defender su inocencia tras ser sentenciado a veinte años de prisión por un homicidio que no cometió. El resultado es desgarrador. Roberto y Layda logran meter cámaras a los separos para grabar algo nunca antes visto en pantalla: un juicio mexicano. De esta forma exhiben la incompetencia del juez, de los judiciales y del abogado defensor. Presunto culpable dignifica el significado del documental, ya que siembra en cada espectador la semilla insurgente de un ciudadano inconforme. Una cinta verdaderamente imprescindible.

Soul Kitchen, en las pantallas tapatías

Soul Kitchen (Alemania, 2009). Hablar de Soul Kitchen es como hablar de un coca light. Nada de azúcar, todo el sabor. Fatih Akin dirige una comedia inteligente en la que desfilan una serie de personajes entrañables a través de una trama honesta, que nos invita a reflexionar sobre las relaciones humanas. La historia gira en torno a las malas decisiones de Zinos, un joven de ascendencia griega, dueño de un restaurante que atraviesa por una severa crisis, situación a la que se suma la partida de su novia a Shangai, la incorporación de un chef gourmet a su cocina, la presencia de su hermano ex convicto y un fuerte dolor de espalda que amenaza con dejarlo paralítico. A pesar del humor negro, la cinta no va más allá del sano entretenimiento. Soul Kitchen es una perfecta película dominguera, lo cual no es malo, sino todo lo contrario. En más de una ocasión este tipo de películas satisfacen una necesidad difícil de alimentar entre tanta mamada gringa de pastelazo y risa facil.

Agnes Varda, homenajeada del festival de cine, trajo sus playas

 Las playas de Agnes (Francia, 2008). El problema con Las playas de Agnes es que, de nueva cuenta, su autora abusa de la voz en off. Sólo que en esta ocasión abruma. La cinta brilla en ciertos momentos por la creatividad de la directora, pero al final todo resulta un derroche de recursos. Con una actitud ególatra, Agnes Varda, directora homenajeada en este XXV Festival Internacional de Cine de Guadalajara, utiliza un lenguaje cinematográfico anticuado para recrear su vida a manera de cinta autobiográfica, mezclando la ficción con el documental para reflexionar sobre la creatividad y el papel del hombre ante la historia. En este intento de oda a la vida descubrimos que el gran secreto de los artistas es que nunca dejan de ser niños. Definitivamente una película para ver después de un café expresso o si uno es fan de la autora.

Consulte la programación del Festival Internacional de Cine de Guadalajara

reseñas: Alejandro Aguirre

Un comentario sobre “Cuatro cintas para despedir la fiesta cinéfila”

  1. Qué buenas reseñas las que publica ese Aejandro! He seguido sus consejos para la elección de las pelis, porque con tanto que hay es muy dificil decidir. Ojalá sigan publicando más reseñas cinéfilas, auqneu ya no esté el festival.
    Chida la página

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