Más de alguna mente calenturienta quisiera que esta foto se hubiera tomado por ahí de julio-agosto. Que se tratara de la visita de la Selección Mexicana a Los Pinos para saludar al Preciso y, como en otros tiempos, entregarle como ofrenda la Copa del Mundo obtenida, tras grandes batallas, en Sudáfrica. Pero no deja de ser eso: una fantasía calenturienta. La foto, eso sí, es de veritas: Felipillo tuvo en sus manos el trofeo que se disputará allá en África. Todo como parte de una gira que realiza la copa por distintos países del mundo.
Mientras Felipín sonríe y el comentarista de televisión no oculta su orgásmica emoción, en la sala del asilo la Sabia Mujer que soporta los ataques seniles del Turco Viejo lanza un improperio y luego exclama: «¡Eso qué! ¿Qué chingados me importa? ¡El mundo cayéndose y estos pendejos haciendo fiesta por eso!». El anciano busca argumentos y, la neta, no los encuentra. La gira de la Copa Mundial de la FIFA es un evento mercadológico que, la verdad, ni tiene chiste. Por una vez en la vida, el Turco no pudo más que darle la razón a la Sabia Mujer en este flagrante ataque al balompié.
La Copa del Mundo estuvo de visita en tres ciudades de México: Monterrey, Guadalajara y la capital. Con un dejo de mea culpa, debo reconocer que ni me di cuenta cuándo estuvieron acá. Un periódico afirma que fue el lunes y que el evento fue en Expo Guadalajara. Se supone que hubo toda una fiesta, videojuegos y tal. Se nos fue de largo. (En su descargo, el Turco Viejo tiene que decir que se pasó el lunes —y el martes y el miércoles— como enfermero.)
En fin. La compañía refresquera patrocinadora del tour, la de las aguas negras del imperialismo yanqui, treará a la Copa como calzón de puta un rato, antes de que se vaya a Sudáfrica. Si quieren seguirle la pista, pínchenle aquí. Pero, la neta, es algo como muy pinche. Y para los calenturientos: paracetamol. Me consta.