Tomamos este cartón de Falcón, que aparece en el diario Público de Guadalajara, para ilustrar este post que habla sobre el tema sensación del momento: el revés que le dieron a Jorge Vergara al anunciarse que los derechos de comercialización de la marca Chivas no son de él, sino de la asociación civil del Club Guadalajara. Un verdadero verga… razo para el señor de los polvos mágicos.
Un poco de historia: hace siete años, Vergara le compró a varios accionistas sus paquetes de propiedad del Club Guadalajara —a.k.a. las Chivas—, con lo que se convirtió en dueño del equipo, sus propiedades y todo lo que tenga que ver con los rojiblancos. Sin embargo, hubo un grupo, comandado por Francisco Cárdenas, que no aceptó vender su parte y que desde entonces es el dolor de muelas más agudo que se haya imaginado Vergara. Lo han demandado y dado pelea en los tribunales para que les regresen lo que, dicen, es suyo por derecho. A veces ganan, muchas veces pierden. El más reciente capítulo, el que inspira este post, se lo llevó la AC.
La resolución es un chingadazo. En teoría, a partir de ayer Jorge Vergara debería pagar a la AC una cuota por el uso de Chivas. Ahí entra todo lo que se les ocurra: uniforme, logotipo, playeras, souvenires, contratos de televisión, patrocinadores, anunciantes. Decimos en teoría porque seguramente, como siempre pasa en México, habrá alguna argucia legal que le permita seguir usándolos. Y sus abogados ya trabajan en eso.
Todo lo anterior no quiere decir que Vergara vaya a regresar el equipo a la AC. Eso sí, tendrá que sentarse a negociar con su némesis, Francisco Cárdenas, que ahorita está engallado. Y si hace siete años no quiso vender su parte de las acciones, tengan por seguro que ahora, con el fallo, va a vender muy, muy, muy caro su amor. Por lo pronto, Omijorge ha tratado de minimizar el asunto mediante comunicados. Pero va a seguir dando de qué hablar, de eso estamos seguros.
Ahora sí que a ver de qué cuero salen más correas.