Desde tiempos muy remotos se tiene la idea de que los brasileños se enseñan a jugar fútbol con cocos, y que por eso son tan buenos en el arte de pegarle al balón y hacer magia con él. Este video viene a demostrar que no es cierto, la estrategia es otra. Mucho más dolorosa, por supuesto: duele el pie y duele el ego.
Lo del final es un homenaje a todos aquellos que alguna vez dedicaron el tiempo del recreo a jugar el legendario Burro castigado (o como sea que lo hayan conocido).
Ojalá se rían tanto como nos reímos nosotros.