Por una vez, por una noche, las generaciones y las músicas que Los Lobos han forjado en sus 36 años de historia, gritaron salud rockera el sábado por la noche en el foro de la FIL Guadalajara.
Once instrumentos, cinco músicos, dieron luz verde al let’s go dance con «Evengeline» (84), y el concierto, poco después de las 21:00 horas, arrancó con rockabilly sesentero. La declaración de principios se selló con «Don’t worry baby» (84) y «Come on, let’s go» (87), esta última original de Ritchie Valens, de quien tocaron otro par de rolas, para dejarlo todo en claro.
Vino «Maricela» (96) y «Good morning Aztlán» (02). El tono guapachoso apareció bajo la conducción de los vientos de Steve Berlín, productor por muchos años de la banda.
César Rosas asumió el papel de frontman desde el comienzo, en su calidad de local (su familia es originaria de Jamay, Jalisco). Animaba, hablaba, requinteaba, y la primera ovación de la sesión vino para su cierre blusero de «Can’t stop the rain» (96).
El respetable en su papel tapatío se comportó como tal. Expectante y tibio en la primera mitad, entregado hacia el final.
El paso de Los Lobos continuó con guitarrones y vihuelas. «La pistola y el corazón» (88) abrió las páginas de la canción tradicional, que incluyeron “El cascabel”, “Guantanamera” y hasta “Volver, volver” no se perdonó.
En esta parte hubo espacio para «Teresa» (01), del proyecto alterno Los Super Seven, donde David Hidalgo ofreció su perfil bucólico y nostálgico de canción de cuna. “¡Salud, rock!”, llegó a gritar.
El cierre vino con la machacante «Anselma» (83) y el bailongo de «Cumbia raza» (99). El griterío los hizo volver para «Más y más» (84) y terminar con «La bamba» (87), que decir que se escuchó como nunca, tan distinta, no es decir mucho de Los Lobos, que en su actitud de reversionistas de la música, algo tienen que ver las bebidas espirituosas.
El chicano rock suena a Los Lobos
Texto: Covarana
Fotos: Diana Martín y Gora Herriak
covarana: quiero leerte más!
textraño
¡La aulladera en pleno!