En el taller “La lotería del ahorro”, los pequeños no pierden detalle a los versos de “Patoño”, para seguir sus consejos sobre el cuidado de los recursos naturales, una de las propuestas de FIL Niños
Cuando a Antonio Granados, también conocido como “Patoño” –sobrenombre que lleva “con mucho honor” y que le puso su hija Aramara– se le pregunta por qué trabaja con niños desde hace más de 25 años, una sonrisa ilumina sus ojos oscuros, al responder: “Porque me nació, o, como dicen los niños: porque sí. El paso del tiempo me dio mayor conciencia y me di cuenta de que yo veía en los niños una mayor oportunidad de resolver el problema de los hombres. El niño es considerado un ser de menor calidad, de menor clasificación, y debería ser todo lo contrario: un niño inteligente, creativo, latoso y con una actitud de afrontar desafíos será un adulto mucho más capaz de resolver los problemas de un país”.
Granados ha formado parte de FIL Niños desde su primera edición, cuando ésta era un proyecto naciente. Ahora, es el titular de “La lotería del ahorro”, taller que forma parte de la amplia cartelera de actividades dirigidas a pequeños de 10 a 12 años. Tomando como bibliografía el texto “El dinero silvestre”, de la autora española Maria del Pilar Teresa de Jesús, el taller busca crear conciencia del ahorro en los niños y niñas. No sólo el ahorro en su concepción más tradicional, sino en un sentido más amplio: el cuidado de los recursos naturales, como el aire y el agua, evitando el derroche, salvaguardando el presente para aspirar a un mejor futuro.
A lo largo de 50 minutos, Granados canta en versos las adivinanzas de una lotería con una iconografía muy particular en la que figuran objetos como zapatos, libros, coche o los alimentos. Los niños son puestos a prueba: deben adivinar aquello a lo que se alude, y si se equivocan tres veces, pierden.
“Los versos tienen que ver con la cultura del ahorro, por ejemplo, los que recito para los zapatos hablan de un objeto que pasa de una persona a otra ampliando su vida útil. El juego como campo de aprendizaje y como pretexto para provocar la reflexión es lo que persigo con el uso de la lotería tradicional”, comenta Granados, y añade que “hay una oreja detrás de la oreja, a través de lo lúdico se introduce el sonido que permanecerá durante mucho tiempo, apelamos a esa conciencia”.
El taller toca a su fin, los niños –era de esperarse– no perdieron. Uno de ellos completó las cuatro esquinas de su lotería. Ahora cada uno fabrica una alcancía. Granados y Yolanda Jass, cantante, terapeuta y cotitular del taller, los observan y ayudan, tal vez pensando que la mejor alcancía para invertir en el futuro sean los niños.
Texto y fotografías: Diana Martín