Por una razón que nunca ha estado del todo clara, a los partidos de fútbol entre dos equipos con una relativa rivalidad se les endilgó, en algún momento, el nombre de clásicos. Al menos en México, aclaramos, porque sabemos que en España, por ejemplo, se les llama derbis. (En su segunda acepción, la Real Academia Española define derbi como: «Encuentro, generalmente futbolístico, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen permanente rivalidad»).
En fin, traemos esto a colación porque ayer tuvo lugar una nueva edición del clásico nacional, ese partido que enfrenta sobre la cancha a las Chivas del Guadalajara y las Águilas del América. (No, no se trata de dos equipos de un par de zoológicos, así se llaman.) Antaño, hace muchos años, este partido era una verdadera guerra: era la representación futbolística de la eterna lucha entre la Provincia y la Gran Capital; entre el equipo pobre, del pueblo, y el equipo de los billetes, respectivamente. Los jugadores se odiaban entre ellos, igual que los aficionados de uno y otro equipo. Célebres fueron, en los años ochenta, las batallas campales donde se veía a rojiblancos y amarillos aventar patadas, puñetazos y demás linduras por la cancha. Había pasión, vamos.
Pero, ya se sabe, dinero mata carita. Desde que Televisa compró los derechos televisivos de las Chivas —situación que dio pie, incluso, para que se intercambiaran jugadores con singular alegría—, se comenzó a explotar el clásico al nivel de degradarlo a mero partido de exhibición. Como el de anoche, uno más de los tantos «clásicos» jugados en Estados Unidos y que sólo sirven para dos cosas: juntar dinero a costa de los paisanos y desgastar a los jugadores. Por que estos últimos casi siempre salen nomás a hacerse patos, y no los culpamos. ¿Quién, en su sano juicio, se va a exponer a una grave lesión en un partido que no tienen valor, más allá del económico?
En este espacio, francamente, nos dan hueva los clásicos. Porque, además, resulta que en México tenemos para aventar para arriba. Aquí algunos ejemplos:
Chivas-América, el clásico nacional (también llamado clásico de clásicos).
Chivas-Atlas, el clásico tapatío.
Tigres-Monterrey, el clásico del norte.
América-Cruz Azul, el clásico joven.
América-Pumas, el clásico… algo (¿tiene apelativo?)
Ante este exceso, reivindicamos lo ya dicho en la cabeza de este post. Para clásicos, The Beatles.