Y retembló en su centro el Azteca

La afición respondió llenando el Azteca y apoyando al Tricolor. Foto: EFE/Jorge Núñez
La afición respondió llenando el Azteca y apoyando al Tricolor. Foto: EFE/Jorge Núñez

Y bueno, a estas alturas ya todo mundo lo sabe: México derrotó 2-1 a Estados Unidos en el partido de la eliminatoria con miras al Mundial de Sudáfrica 2010. Quisimos hacer este post desde ayer, pero cuando no se puede, no se puede. Ahora lo traemos en su versión reposada.

Lo de la victoria de México era un hecho cantado. Desde hace tiempo el Azteca es una fortaleza inexpugnable para cualquier rival (excepto Costa Rica, ya se sabe, pero la excepción hace la regla, dicen) y los gringos no iban a ser —nunca lo han sido— quienes rompieran con este precepto. Sin embargo, la Selección Mexicana ha comenzado a usar otros recursos extrafutbolísticos para seguir haciendo valer el axioma: por ejemplo, jugar a las tres de la tarde para sacarle el mayor provecho a la altura de la Ciudad de México y al calor —si los gringos llevan sus partidos a Columbus para congelar a los mexicanos, ¿por qué no recetarles una buena cantidad de IMECAS capitalinos?—, cosa que hace años no hubiera pasado por la cabeza de nadie. Pero, ya se sabe, en la guerra y en el amor —y en la búsqueda de un boleto para el Mundial— todo se vale.

En lo que tiene que ver con la cancha, hay que decir qué México se vio más armado. Fue, con mucho, uno de los mejores juegos que ha dado el Tri en la era reciente. Se vio un equipo compacto, equilibrado que, sin embargo, acusa una serie de cosas que Javier Aguirre debe atender si quiere sacar a flote la eliminatoria. En primer lugar, la línea defensiva es lentísima. Bastaba ver correr a Charly Davis (el autor del gol estadounidense) para entender que ninguno de los defensas mexicanos lo iba a alcanzar jamás. Y no se le puede echar la culpa a la ausencia de Rafael Márquez, que tampoco se distingue por su rapidez en las coberturas. El director ténico tiene ahí un foco rojo que es necesario apagar, porque los hondureños también tienen lo suyo en cuanto a velocidad se refiere.

Otro factor a revisar es el que se llama Cuauthémoc Blanco. El 10 tricolor es, ya se ha dicho, el mejor armador mexicano. Basta ver el primer tiempo del partido de ayer para comprobarlo. Tiene visión, toque, cambios de ritmo, colmillo y… muchos años. Siendo realistas, el Cuau no va a llegar a Sudáfrica 2010. No, al menos, en plenitud de sus facultades físicas —salió completamente sofocado ayer. Javier Aguirre debe empezar a trabajar, a la de ya, en encontrar a alguien que le dé la chispa al equipo, que distribuya la bola y la guarde cuando es necesario. Ahí está Giovanni dos Santos, pero sigue estando verde. Basta ver el segundo tiempo del partido de ayer para comprobarlo (la repetición de la frase es intencional). Sinha sigue con la mano levantada.

Una grata sorpresa fue el gol de Israel Castro. Desde hace mucho tiempo la selección carece de algo: un buen tirador de media distancia. En su afán por tocar y tocar y tocar, rara vez se  ve un gol como el de ayer, que nos recordó a los que anotaba Ignacio Ambriz en sus buenos tiempos. Ese es otro aspecto que hay que trabajar, considerando que muchas veces los rivales salen encerrados y no hay manera de abrirlos.

En fin, este post ya comienza a ser (o ya es) un poco extenso. Sin afán de ser aguafiestas, es bueno saber que la victoria de ayer sirvió, sí, pero sólo para acortar distancias. México sigue en el cuarto lugar del grupo, debajo de Costa Rica, Honduras y Estados Unidos, y todavía le queda pendiente la visita a ticolandia. A su favor, claro, están los dos partidos que le quedan en el Azteca contra los hondureños y El Salvador. Seis puntos que, al menos en el papel (¿será más propio decir en la pantalla?), son seguros. El de ayer fue un buen paso, pero todavía faltan muchos.

Pero no hay que ser amargados: el Tri ganó, y ganó bien.

Las buenas noticias (y el fútbol) regresaron al equipo mexicano. Foto: Mexsport
Las buenas noticias (y el fútbol) regresaron al equipo mexicano. Foto: Mexsport