Estaba en una entrevista para la televisión. Se apareció la mosca, comenzó a molestar. Y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no tuvo más opción: la oteó, la siguió, la sedujo y ¡zacarrápatelas! La mató de un manotazo.
Por supuesto, no falta quien diga que fue un insensato, insensible, gran hijo de tal por cual por «matar animales». Acá nomás pensamos en las bacterias que quedaron en las manos del presidente.