Expo Sexo 2009, la feria más caliente de la ciudad de México, concluyó en el Palacio de los Deportes con bastante éxito. Sin distingos de sexo ni de preferencias, los capitalinos acudieron en masa a vivir lo que se ha convertido en una auténtica fiesta: porque eso es, a final de cuentas, de lo que se trata.
Más allá de perversiones, parafilias, obsesiones o calenturas, de conseguir el gadget sexual de moda o la película de culto, la gente reunida en los pasillos de Expo Sexo está ahí para divertirse, para hacer la broma con los amigos, tomarse la foto y después presumirla a los compañeros de trabajo; esas pequeñas hazañas entre los senos de la estrella porno o la entrepierna del modelo musculoso.
Hay un espíritu de secundaria en el ambiente, como si se regresara a la escuela, a esa actitud donde la travesura sexual es la transgresión máxima. Hay que burlarse del que sube al escenario para que le den nalgadas o pedir que la bailarina se encuere más; gritar el albur más ingenioso y dar alaridos ante cada cacho de carne mostrado.
Por eso esta feria es un fenómeno y, contrario a lo que piensan las mentes medievales, un sano y vital esparcimiento. ¡Larga vida a Expo Sexo!
Las fotografías son de Claudia Aréchiga