Los pandas fornican. Aceptarlo es el primer paso para entender el sexo entre animales. También lo hacen los caballos. Y los chimpancés. Y los elefantes. Los animales fornican, los animales fornican. ¿Se necesita hacer planas de eso?
Mientras se encuentra la respuesta, en el Museo del Sexo de Nueva York quieren cooperar para disipar dudas y plantear más preguntas: ¿les gusta de perrito? ¿Han intentado la del misionero? ¿Usan lubricantes? Estas cuestiones no se encuentran propiamente planteadas en la exposición The Sex Lives Of Animals, pero sin duda quedan abiertas con la curaduría del biólogo evolucionista Joan Roughgarden, de la Stanford University.
La exhibición abrió sus puertas el 24 de julio de 2008. La clausura será en la Primavera de 2009. No la hemos visitado, claro está, pero sí conocemos la majestuosidad del Museo del Sexo de Nueva York y sus pocas consideraciones con la moral chabacana y el recortadísimo criterio de otros espacios, como el «análogo» en la ciudad de México.
Según la ficha de la expo, las piezas muestran el deseo animal: besos, arrumacos, caricias, masturbaciones, sexo oral, penetraciones imposibles. “El sexo en el reino animal es tan complejo y lleno de matices como entre los humanos, y el placer, a diferencia de lo que sucede entre las personas, no es tan restrictivo”.
Los pandas fornicas. Los chimpancés fornican. Los leones fornican… Y se la pasan bomba. Lo hemos dicho antes, hay que volver a la naturaleza.