El temblor, la granizada, el vendaval… ¡y ahora la sequía! Mientras Nueva York se vuelve la falsa sede de las calamidades cinematográficas, literarias y en los cómics, la ciudad de México las sufre en carne propia y la de sus habitantes, que no dudamos adquieran en un futuro la resistencia de las cucarachas para sobrellevar las adversidades naturales.
Seamos alarmistas, agoreros del infortunio y la desazón: los acontecimientos de la última semana bien podrían sentar un precedente en la ciudad de los palacios, que podría convertirse pronto en la ciudad de la mierda si no se renueva la red de alcantarillado público (la historia esa del drenaje profundo).
El lunes pasado, el vendaval azotó la ciudad, con ráfagas de más de 60 kilómetros por hora, lo que provocó apagones en siete delegaciones del Distrito Federal, además de árboles caídos, anuncios espectaculares, choques de automóviles y otras tantas cosas que harían la delicia de una película apocalíptica. Más de 250 mil personas sufrieron los apagones; cuatro murieron en percances relacionados por las afectaciones.
Ahora toca el turno a la sequía, palabra estrambótica para calificar la escasez de agua que sufren algunos puntos de la ciudad, por las reparaciones que se realizan en el Sistema Cutzamala, uno de los principales acueductos para dotar de agua al Distrito Federal. Doce de las dieciséis delegaciones de la ciudad sufrieron la falta de agua.
Según el director de Sistema de Aguas de la Ciudad de México, en una entrevista con el programa radiofónico de Ana Paula Ordorica y Pablo Latapí, en Imagen (lo escuchamos como a las 16:15 de hoy), la escasez debe ser un llamado de atención en toda la ciudad. O sea, cuídese chilango, no vaya a ser que le toque a usted.
Dejamos constancia, para cuando la ciudad se acabe, nos quede el gustito de haberles dicho: en Sensacional D se los advertimos.
La foto la tomamos del recomendable sitio Distrito Federal desde el Aire, del fotógrafo y piloto Óscar Ruiz. Pásele…