Scorsese vs Hitchcock

¿Martin Scorsese homenajeando a Alfred Hitchcock? Sólo la publicidad podría lograr tal maravilla. El nuevo anuncio que la marca de vinos Freixenet ha lanzado para la temporada navideña fue dirigido por el cineasta neoyorquino y es, de pies a cabeza, un reconocimiento a la influencia que el director de Los pájaros ha tenido en su cinematografía. El corto es en sí mismo una pequeña obra maestra y una lección de cine. El final, con el propio Scorsese hablando mientras una parvada de aves oscuras inunda el edifico donde se encuentra, es de antología. No cabe duda que los terrenos de la publicidad, aunque sirvan a intereses profundamente comerciales, pueden ser de una creatividad gozosa.

30 días de vampiros


Después de haber irrumpido en el cine independiente con la aclamada Niña mala, el director David Slade se pasó a la industria hollywoodense facturando una película de género. Y no le salió mal la jugada. 30 días de noche ofrece un original abordaje al explotado tema vampírico. Todo transcurre en un pueblo de Alaska, durante el mes que el Sol se esconde por completo, lo que lo vuelve el escenario ideal para los chupa sangre. También presenta a unos vampiros poco glamorosos (últimamente, a la Meca del Cine le había dado por envolverlos con un look metrosexual), que se comportan como bestias de muy malos modales, lo que también contribuye a alejarlos del estereotipo seductor. Una cinta cruda y sin concesiones, que disfrutarán los amantes del terror y las personas con estómagos resistentes.

El tráiler puede verse aquí.

Los libros no están muertos: se digitalizan

Amazon es la tienda en línea más emblemática de la red. Es una de las pocas compañías que superó la crisis del año 2000 (la burbuja de las punto com) y, entre las cenizas del mundo web, se constituyó en un modelo de negocio. A la par de los artículos en venta (automóviles, casas, maquinaria industrial, zapatería), hace dos semanas presentó una tableta para leer libros digitalizados: Kindle. En menos de seis horas, la empresa vio desaparecer el inventario, a pesar del precio del aparatito: 399 dólares (unos 4,400 pesos, más gastos de envío).

Además de la euforia, Kindle renovó la posibilidad de reemplazar los libros físicos por volúmenes digitales, con las herramientas probadas en computadoras personales y dispositivos portátiles, como las PDA. El aparato pesa 300 gramos, mide 13.5 por 19 centímetros (como la caja de un DVD), tiene una pantalla vertical de seis pulgadas y no proyecta luz: muestra las líneas de texto en una hoja electrónica. Tiene la posibilidad de almacenar más de 200 libros, imágenes y archivos de audio y su batería dura 30 horas.

Son destacables sus herramientas de lectura, con botones para adelantar y retrasar las páginas, en una experiencia muy próxima a los libros tradicionales; marcar el texto, y cambiar de libro como de canción en un iPod, sin perder la página de lectura.

Sus mayores limitaciones son en la conexión a Internet: se puede acceder vía inalámbrica, pero sólo a través de un proveedor en Estados Unidos (Sprint); trabaja sobre el protocolo EVDO y no cuenta con WiFi (lo que impide conectarse desde sitios públicos sin el servicio de Sprint), y aunque permite la lectura de blogs y prensa tradicional en línea, los contenidos deben ser indexados por Amazon. No permite la lectura de RSS (las suscripciones a los sitios web para recibir en tu correo) y los volúmenes contienen huellas contra la piratería (el DRM), que impide compartir libros o agregarle los que ya tienes.

Aunque no representa la conquista para migrar la lectura del papel a la hoja digital, hay que reconocer que Kindle superó todos los esfuerzos previos por imitar la lectura en papel, es una experiencia más cómoda que llevar la computadora a la calle y, a pesar de su precio, el ejercicio de conexión es fácil de mejorar.