Usa guayabera, pantalones flojos y lentes enormes; su rictus es frío, calculador. Es Jorge Matute Remus empujando el edificio de la Compañía Telefónica, siempre en la misma posición: mirando una herramienta de albañilería, mientras su mano derecha presiona la fachada del edificio construido en 1928.
Esta descripción se ajusta solamente a la escultura del ingeniero develada el 25 de abril de 2002, en homenaje a uno de los hombres más emblemáticos de la Guadalajara del siglo XX. Fue rector de la Universidad de Guadalajara, fundador del campus de ingeniería, alcalde (1953-1955) y un gran estudioso del transporte urbano. Matute Remus falleció dos meses después del homenaje, a los 90 años.
En su guardarropa, que también incluía muchos sacos y corbatas, hubo guayaberas mucho antes de que Luis Echeverría Álvarez las pusiera de moda entre los funcionarios públicos. De hecho, le viene perfecto el cliché de ser un “hombre adelantado a sus tiempos”: construyó un carril para transporte subterráneo que fue utilizado 20 años después; ideó el sistema hidráulico que todavía surte agua del lago de Chapala a la zona metropolitana de Guadalajara, y concibió un ordenamiento de las rutas del transporte urbano que sale a colación siempre que se discute sobre el tema en la ciudad.
Fue un hombre sencillo y modesto; prefería vacacionar en las playas de Nayarit que aparecer en la prensa, como sucedió después de dirigir la más grande hazaña de ingeniería civil que se recuerde en Guadalajara: el desplazamiento de doce metros de un edificio de 1,700 toneladas, en un movimiento que además incluyó rotación. Él recordaba la proeza con una anécdota, que en el fondo revela los prejuicios que tuvo que enfrentar en casi todos sus proyectos:
“[Lo más complicado fue] convencer a las señoras —dueñas de la casa donde se encontraba el terreno que ahora ocupa el edificio— de que vendieran su propiedad. Eso sí fue complicado”.
Como alcalde de Guadalajara, planteó con números exactos la posibilidad de llevar agua desde Chapala a la ciudad. Se trataba de un tema discutido desde finales de los cuarenta y nadie lo creía factible. La revista Guadalajara calificó la idea como “descabellada”. Él la hizo posible.
Como rector de la Universidad de Guadalajara (1949-1952) fundó el Instituto Tecnológico, cuyo proyecto incluyó la creación de la Facultad de Arquitectura, que se nutrió de profesores europeos; el primero en llegar fue Mathias Goeritz.
En lo único que fracasó, y no fue precisamente por su culpa, fue en la reestructuración del transporte urbano de la ciudad. Estaba convencido de que no era necesario que todas las rutas cruzaran el centro de la ciudad y, basado en la experiencia de distintas ciudades del mundo, creó un “sistema ortogonal”, en el que participaron expertos y representantes de los municipios de la zona metropolitana. Este trabajo lo realizó al auspicio del gobernador Enrique Álvarez del Castillo (1983-1989) y lo dejó listo para arrancar el 11 de mayo de 1985. Se suponía que los concesionarios del transporte público realizarían un amplio programa de difusión de las nuevas rutas, pero esta labor no obtuvo resultados: en la mañana de ese sábado, la ciudad se volvió un caos; los usuarios protestaron conta el nuevo ordenamiento del transporte.
“Abierto boicot político y económico al transporte urbano”, cabeceó El Occidental en su edición del día siguiente;
“Desconcierto y dificultades en el primer día de las nuevas rutas”, tituló El Informador.
El gobernador decidió cancelar el proyecto y dejar todo como antes.
En 1988, la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara pidió a Matute Remus un texto para completar el libro Tres aspectos de la historia de Guadalajara. Ahí, el ingeniero, con un tono completamente tapatío, se alzó como profeta: “Ocupamos [necesitamos] del transporte, que es el problema más grave que urbanísticamente se tiene en Guadalajara, como en cualquier ciudad del mundo y, aparte, nada hacemos por nuestra propia voluntad para su corrección. Estamos a punto de que se paralice el movimiento vehicular, paralización que será total algún día”. Desde 1985, la ciudad no ha tenido un nuevo proyecto integral para reestructurar el transporte urbano. Hoy, 1.2 millones de vehículos se desplazan en la zona metropolitana de Guadalajara.
Matute Remus murió el 6 de julio de 2002, pero la escultura en su honor, en la acera norte de la avenida Juárez, lo mantiene vivo en la memoria.
La foto que ilustra este post es de Luz Vázquez.