Lo primero que los periodistas le preguntamos a Wayne Shorter y a Danilo Perez, dos de los jazzistas que abrirán los espectáculos de la FIL, es qué van a tocar. “Ojalá supiera”, bromea Pérez, el pianista de Panamá. Wayne Shorter (saxofón), dice de buen humor que la música se decide en el momento.
El cuarteto de Wayne Shorter es famoso por dos cosas: porque el líder ha reunido bajo su tutela a pequeño grupo de estrellas que tienen exitosos proyectos como solistas (Danilo Pérez en el piano, John Patitucci en el bajo y Brian Blade en la batería). Y por que nunca ensayan ni planifican lo que van a tocar.
Así es que ya saben qué esperarse para apertura de los espectáculos. Música que no suena como música, como alguna vez le dijo Miles Davis a Shorter. Un elogio al presente, una celebración. Libertad.
Música abierta al cambio. A eso se refiere Shorter cuando dice en la rueda de prensa: “He tratado de tocar música que demuestre que las tragedias son temporales. Hay algo que trasciende a las alegrías y a las tragedias, algo que trasciende, que es constante y no se puede parar”.
¿De qué está hablando? ¿De música o de filosofía? ¿Es Wayne Shorter o Hegel?
Tardo en darme cuenta de que Shorter no habla de música. No quiere hablar de música. Le pregunto, por ejemplo, qué es lo que ve en su pianista, esperando que me responda algo sobre su técnica musical o su creatividad o su capacidad para juguetear con notas inesperadas cuando hace un solo. En cambio, me habla de las virtudes del pianista panameño con una curiosa metáfora:
“Danilo inspiraría a un escritor de Marvel Comics. El sería el modelo para hacer un superhéroe con Danilo”
-¿Cuál es su superpoder?
“Tiene el poder de actuar como un machete amigable para defenderse en la jungla de la vida”.
Danilo responde la misma pregunta. Y no habla de la capacidad de improvisación de su mentor, ni elogia su inspiración, ni su capacidad como compositor. Lo que dice es que Shorter toca lo que es: “Lo que he aprendido y sigo aprendido es a no dejar de creer en el ser humano. Todas esas cosas que suenan a cuento de hadas, yo las creo”.
Dialogando con Shorter y Pérez, toda pregunta musical se convierte en otra cosa. Si le preguntan por qué se mudó de Nueva Jersey a Los Ángeles, cuando todos los jazzistas van a Nueva York, Shorter dice que Hollywood necesita que le den golpes en la cabeza. Y Shorter usa sus manos, las choca, las golpea contra la mesa. “Drácula solo ataca a las personas seguras”, responde. “El jazz significa: “¿recuerdas? ¿Recuerdas lo que es ser humano, un individuo?… Nosotros podemos decirle a Spielberg: ¿Recuedas?”
Cuando le preguntan qué piensa de los músicos jóvenes, responde que practican demasiado. Cuenta una historia sobre un pianista que se presenta a un concurso, y cuando el jurado le da el premio a otra persona, pregunta enojado por qué no ganó. (Shorter usa sus dedos para actuar lo que está contando: usa sus dedos sobre la mesa, simulando que está tocando el piano). Porque tu música suena así: All-I-do-is-mu-sic, All-I-do-is-mu-sic, All-I-do-is-mu-sic…
Los jóvenes deben hacer otras cosas: leer, ver películas, vivir. No se puede ser un músico de jazz si no se vive. “Y este no es un problema solo de los músicos, sino de los escritores, los cineastas, actores. Los jóvenes preguntan ¿Quién es Humprey Bogart?”. Y luego menciona, para sorpresa de varios reporteros, nombres en español champurrado: Dolores del Río, Cantinflas.
Hay un momento, a mitad de la charla, en la que Danilo Pérez se da cuenta de lo que pasa. Nos mira y dice: “Ustedes quieren saber lo que pasa con la música. Nosotros estamos preocupados por lo que ustedes están haciendo”. Nos interesan los libros.
El sueño, dice Danilo Pérez, es que nosotros hagamos música como novelas y ustedes escriban libros que suenen como música.
El cuarteto de Wayne Shorter tocará este sábado 28 de noviembre, a las 21.00 horas, en la Explanada de la Expo.
¿Programa? Quién sabe.
Los compas de Charrocanrolas han subido un podcast sobre el programa de jazz en la FIL. Si quieres oirlo, puedes hacer click acá.
Está bien chida la entretien… el oficio periodístico te ha pulido la mirada, k. Alegría! Escucharé algo de estos compas!