*
El arte capaz de evolucionar se basa en su época espiritual, pero no sólo es eco y espejo de ella, sino que contiene una energía profética vivificadora que actúa amplia y profundamente.
*
Todo el que ve más allá de los límites de su sección es un profeta para su alrededor y colabora al movimiento del lento carro. Si, al contario, no tiene esa aguda visión o la emplea para fines más bajos o renuncia a ella, sus compañeros de sección lo apoyarán y lo alabarán.
*
El arte que es empleado únicamente con fines materiales busca su realidad en la dura materia pues ignora la exquisita. Los objetos, cuya reproducción piensa que es su única meta, continúan inmutables. El qué del arte desaparece eo ipso. La pregunta exclusiva que le preocupa es cómo se representa determinado objeto en relación con el artista. Entonces, el arte pierde su espíritu.
Este qué no es el qué material y objetivo de la época superada, sino un contenido artístico, el alma del arte, sin la que su cuerpo (el cómo) no puede tener una existencia plena y sana, al igual que un individuo o un pueblo. Este qué es el contenido que únicamente el arte puede tener, y que únicamente el arte puede expresar claramente con los medios que le son propios en exclusividad.
*
Al profundizar en sus propios medios, cada arte marca los límites que lo separan de los demás, y este proceso los vuelve a unir en un empeño interior común. Así se descubre que cada arte posee sus propias fuerzas, que no pueden ser sustituidas por las de otros. De este proceso de unión nacerá con el tiempo el arte que ya hoy se presiente: el verdadero arte monumental.
*
El desarrollo elemental de nuestra pintura se deberá a que tengamos la capacidad para obtener una vivencia interior a través de una composición cromática interior y formal totalmente emancipada.
El espectador se acostumbró demasiado a buscar la coherencia externa de los distintos elementos del cuadro. El periodo materialista ha conformado la vida, y por lo tanto, también ha hecho que el arte produzca un tipo de espectador incapaz de enfrentarse simplemente a la obra (en particular el llamado experto en arte) en la que busca todo (imitación de la naturaleza, la visión de ésta a través del temperamento del artista, es decir, de su temperamento, ambientación, pintura, anatomía, perspectiva, ambiente externo, etcétera) excepto la vida interior del cuadro y su efecto sobre su sensibilidad.
“El hombre que puede mover montañas” para Franz Marc. Maestro que comenzó a los 30 años una de las carreras pictóricas que más repercusión tendría en toda la historia del arte. Vasily Kandinsky (Moscú, 1866 – 1944). No el inventor del abstracto pero sí el que reconoció en él un nuevo lenguaje y sobre todo, el que teorizó sobre su creación. El viernes 19 de septiembre se inauguró en el Guggenheim de Nueva York una gran retrospectiva sobre el genio ruso para festejar su 50 aniversario. Este texto se compone de fragmentos de su testamento teórico: «Lo espiritual en el arte», publicado en 1912.