Sería el mejor lugar del mundo, comparado con la Escuela del Rock: ningún alumno podría esperar al día siguiente para volver al colegio, sabiendo que la fiesta está a unos pasos del pupitre y los pizarrones.
Pero hay que ponerle matices: se trata de la cafetería de un colegio de Philadelphia que, por las noches, se convierte en una discoteca administrada por el Club Damani. Se trata de un contrato entre el club y el Instituto Harambee de Ciencia y Tecnología y que le deja a la casa de estudios recibe 3.5 millones de dólares anuales, según reportó The Huffington Post.
En un registro de las autoridades, en la cafetería-discoteca no se vende alcohol, aunque otras fuentes afirman que sí: que corre por montones, con una licencia vencida… Como los grandes (hay que recordar, por ejemplo, al Bar Bar, que servía copas después de la hora de cierre impuesta por el gobierno).
“Un colegio y una discoteca no pueden coexistir en el mismo espacio. El contrato debe cancelarse ahora mismo”, exigió un funcionario local a las autoridades del instituto.
“Este ataque al colegio es una cortina para ocultar la verdadera historia de éxito que representa el Harambee”, respondieron en el instituto en su sitio web.
Sin duda se trata de una historia de éxito, considerando los beneficios económicos y la opción de entretenimiento que ofrece el colegio para Philadelphia.
La foto la tomamos del Flickr de Kalozer.