Ha dado muy pocas entrevistas en 40 años de carrera literaria. Dice que para sobrevivir sólo se necesita “comida y zapatos”. La leyenda cuenta que vivió debajo de una torre de perforación petrolífera y que vagabundeó en su juventud. Lo importante, en todo caso, es que el estadounidense Cormac McCarthy es uno de los escritores más relevantes de la actualidad.
Sus poderosos westerns ubicados en el sur de su país son crudos y directos, escritos con un lenguaje sin florituras, pero con una gran carga lírica. En México, sus libros son difíciles de encontrar. Hay que escarbar aquí y allá para encontrar joyas como Hijo de Dios o Meridiano de sangre. Afortunadamente, a sus editores aztecas se les prendió el foco y reeditaron en bolsillo No es país para viejos, aprovechando la multipremiada adaptación al cine que hicieron los hermanos Coen (en la foto, con el autor).
La carretera, galardonada con el premio Pulitzer, puede encontrarse sin muchos trabajos y es una buena puerta de entrada al universo de este asombroso y despiadado escritor. Un autor que persigue sus obsesiones hasta el final, sin importar lo demás. Que hace lo suyo lejos de los reflectores y las bagatelas del mundo editorial.
Un genuino ermitaño frente a su vieja máquina de escribir. Quizá el último de su estirpe.
Aquí un fragmento de la insólita entrevista que concedió a Oprah Winfrey.
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