Conocidas son, de sobra, las farras de los futbolistas, sobre todo cuando es temporada de palenques. No importa si al día siguiente hay partido: lo importante es divertirse. Pero las parrandas no son propiedad exclusiva de los amantes de las patadas: los mexicanos para eso nos pintamos solos. Y si no lo creen, pregúntenle a Yahel Castillo, clavadista mexicano que decidió refinarse unas serpientes bien helodias para agarrar valor y poder tirarse desde el trampolín.
El clavadista, que participaba en la Universiada Mundial de Belgrado y donde ya había obtenido medalla de plata, tuvo a bien pasarse, antes de la competencia, por un barecito que estaba «ahí enfrentito de la alberca». Luego tuvo la flamante idea de ir, borracho y todo, a competir. La suma de las vueltas del primer clavado más las cervecillas traicioneras obligaron a que Castillo dejara la competencia. ¿Consecuencia? A México con todo y chivas, expulsado del equipo que participará en el Campeonato Mundial de Natación que tendrá lugar en Roma.
«Quiero aceptar mi error; estoy bastante arrepentido y creo que no se repetirá en mi vida», dijo Yahel. Seguro fue la cruda, luego se le olvida.
A C T U A L I Z A C I Ó N
Que dijo mi mamá que siempre no: tras reunirse autoridades de la Comisión Nacional del Deporte, la Federación Mexicana de Natación y Yahel El Teporocho Castillo, se determinó que éste sí asista al Campeonato Mundial de Natación de Roma y, después, se le castigue tres meses. Luego que por qué no aprenden, chingao.