El título del post no es, ni remotamente, original. Pero en eso se ha convertido, oh sí, la carrera futbolera de Omar Bravo, otrora símbolo de las Chivas de Guadalajara y ahora uno más de los jugadores que va por aquí y por allá mendigando por una oportunidad para hacer lo que, se supone, mejor sabe: jugar al fútbol.
El de estos días no es más que un capítulo más de la Bravonovela, que ya incluye capítulos de borracheras, parrandas, separaciones del primer equipo y, quizá la más notable, las diferencias contractuales con Jorge Vergara, que culminaron en que Bravo emigrara al Deportivo La Coruña como agente libre y sin que las Chivas vieran un sólo peso —o en este caso euro— por su fichaje.
Eso último, que en algún momento fue visto como un acto heróico, ahora le está saliendo caro: fracasado después de su aventura en España y sin jugar, ahora Bravo no se puede acomodar en el fútbol mexicano por dos razones: lo que pide el Depor y el llamado pacto de caballeros, según el cual ningún club puede contratar al jugador si Vergara no da su venia. Bonita chingadera.
Y mientras el Bizco de Sinaloa enfoca su mirada en un club que le abra las puertas, nos enteramos que el Madrid sigue dando de qué hablar: ahora el club Merengue anunció que la clausula de rescición de CR7 —o sea, lo que cualquier club tendrá que pagar si se quiere llevar a Cristiano Ronaldo antes de que termine su contrato— está tasada en mil millones de euros. ¿Alguien lo quiere?