La onomatopeya “clic” es la base de nuestra relación con las computadoras. Dar clic es subir a un paraíso o sumergirnos en los pantanos del desconocimiento, es avanzar, retroceder o esperar lo peor. Clic es la antesala y últimamente la llave de ingreso.
Esta semana YouTube anunció la expansión de su tecnología click-to-buy a mercados fuera de Estados Unidos y Gran Bretaña. La intención es que, a la distancia de un clic, los usuarios de la página de videos puedan adquirir, en primer término, canciones y videos relacionados con el contenido que se observa en el sitio.
Imagínate que estás viendo la tele y te gustó la canción del comercial de un automóvil, interpretada por Bob Dylan o los Green Day o quien quieras, y te acercas a la pantalla y la tocas y pronto estás en una página que te informa del precio de la canción y de las formas de pago. ¿La quieres? Cómprala.
El razonamiento de los administradores de YouTube, una compañía de Google Inc., es una joya contra los obtusos que aún ven a internet como el enemigo: “Cuando Monty Python abrió su canal en noviembre de 2008, no sólo sus videos en YouTube subieron posiciones en las listas de los más vistos, sino que las ventas de sus DVD escalaron al lugar número 2 de películas y series de televisión en Amazon, con un incremento de ventas de 23,000 por ciento”.
Si se le ve el lado comercial y tecnológico, la herramienta click-to-buy presentada en octubre de 2008 puede ser la maravilla, el vínculo directo entre el producto y la posibilidad de adquirirlo, llámese video, canción, libro, pieza de arte. La conexión del exhibidor y el distribuidor en beneficio del consumidor.
Así suena bonito. Ahora cambiémosle las palabras: click-to-buy representará la invasión comercial de los espacios que abanderan el movimiento de la web 2.0, la web social, basada en el intercambio y la apertura; será la visión mercantilista de aprovecharse hasta de los videos proporcionados por los usuarios.
Como en todo, será decisión de los usuarios si dan o no el clic a un nuevo modelo de comercialización.
Para quienes nomás quieran cliquear y jugar en YouTube, lléguenle al YouTube Street Fighter (así búsquenlo). Un bucle infinito de sometimiento al rival. Pura y sanísima diversión gratis.
De poca madre el YouTube Street Fighter.