«El amor es un acto de traducción: ente más se traducen ellos más se aman». Las palabras son del escritor argentino Andrés Neuman, quien la noche del lunes presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara su más reciente libro, El viajero del siglo, con el que obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2009. La presentación no fue lo acostumbrado y fue dirigida por un grupo de lectores, quienes, en un ambiente relajado y divertido, comentaron algunos pasajes de la novela mientras el escritor profundizaba en los detalles.
En la actividad hubo tiempo para charlar acerca de los personajes de la novela y sus diversos roles. Como el del la protagonista, Sophie, una chica con carácter, intelectual y refinada que se enamora de Hans, un joven viajero con quien comparte el amor y el interés por los libros. Adrián Pérez, profesor de literatura, participó como presentador y explicó que algunas partes del libro parecen de corte costumbrista, mientras que otras, agregó, tienen un estilo más contemporáneo.
Por su parte, Andrés Neuman explicó que en libro hay varias tramas. «La estructura es como la de un televisor. Son canales del siglo XIX. Empieza como una película gótica tipo Drácula o como esas de entretenimiento alemán. También el Doctor Caligari por ejemplo. Cambias de canal y es una novela de ideas y discusiones de política, de filosofía, de traducción, de literatura y de historia. Cambia uno de canal y es una novela sentimental con un apartado erótico. Es una novela dentro una novela, es un relato de autor».
«¿De dónde salió?», preguntó Adrián Pérez. Y el autor respondió: «Había varias fuentes oficiales y otras no tan oficiales. Los datos históricos de la novela para construir la ficción salían por supuesto de libros de historia, pero también de la vida cotidiana, de la historia de Napoleón, la aristocracia austriaca. Vi muchas películas, algunas de ellas como una reconstrucción de época perfecta. Otra película que me interesó por razones opuestas fue María Antonieta, de Sofia Coppola, una película narrativamente aburrida pero interesante por los carruajes y los vestidos. La tercera película que vi fue Retrato de una dama. Saqué datos de muchos lados y otros los inventé».
Texto y foto: Carolina López