Puede ser de un zapato abandonado sobre el asfalto. O de un recorrido de madrugada por el freeway número 10 que cruza la ciudad de un lado a otro. También sobre el pianista que toca en Navidad en un mall o acaso arriba de un bus de transporte público que se desplaza lentamente por las calles del Este.
Existe el mito de Nueva York o San Francisco como escenarios que inspiran para hacer poemas. Pero, ¿Los Ángeles? «Se sorprenderían de ver que hay poetas que ahí buscan la parte espiritual en la vida cotidiana. En el tráfico denso del día o en una ardilla que juega en el jardin. Tuve una alumna que trabajaba como edecán, que en medio de una exhibición de automóviles lloró al leer un poema», dice Suzanne Lummis.
Tres escritores reflexionaron sobre lo que significa ser poeta en Los Ángeles, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Suzanne Lummis, B.H. Fairchild y Marisela Norte compartieron con el público reflexiones, anécdotas y realidades.
Suzanne Lummis (1951) quiso ser actriz de joven. Hoy le apuesta a la poesía, que si es un género minoritario en el mundo de la literatura, en la ciudad cuna del cine pasa al rango de excentricidad. Autora de «In danger! y que está por publicar «Open 24 hours», ha decidido no volver a manejar por lo que el lento y escaso transporte público ha pasado a ser su oficina.
«He visto a Suzanne llegar a la estación del tren y leer en voz alta. Sé (y no lo dudo) que ha hecho lo mismo en un mall«, revela Marisela Norte, quien es escritora, fotógrafa y desempleada desde principios de este año. «Hay un río de autos y de personas en Los Ángeles, y yo encuentro un poema en este río».
Existe esa imagen del café en donde varias personas escriben sus guiones para cine o televisión en sus lap top. Y es que un guionista cualquiera puede recibir 50 mil dólares como adelanto; sin embargo, un poeta aspira a un cheque de dos mil dólares. Como B. H Fairchild, nacido en Houston en 1942 y que con el poemario Usher obtuvo el National Books Critics Circle Award.
«No sólo Los Ángeles es un mal lugar para la poesía, es difícil en todos lados. En Estados Unidos si tienes éxito venderás mil o dos mil libros. A los poetas de las universidades les va bien económicamente, pero no quiero vivir en ese mundo, ni tampoco escribir para otros poetas. A mí me interesa la gente de la calle», afirma Fairchild, como declaración de principios.
Dice que la literatura necesita de espacios comunes donde los creadores coincidan. Un barrio, un café, un bar. «Como sucedió en San Francisco, pero aquí es difícil que tomes el auto y manejes 30 o 50 millas para escuchar un recital». Fairchild comenta que la comunidad de poetas angelina es pequeña y que contrario a otras ciudades u otros países, ahí hay poca rivalidad y celos.
«Estamos en inferioridad con respecto a Boston, Nueva York y San Francisco. Hay quien dice que tenemos complejo de inferioridad; yo no lo llamo así. Lo que hay es una gran pared entre ellos y nosotros, y lo que necesitamos es saltar esa pared. Los críticos literarios creen que no pasa nada interesante en Los Ángeles», se explaya Fairchild.
Las ciudades inspiran, y ellos han encontrado en esta megaurbe su inspiración. Para Fairchild en los free way siempre hay un zapato abandonado, algún objeto perdido. Suzanne cuenta de su gusto por recorrer la ciudad por estas vías durante la madrugada y sentir que viaja por las arterias de un cuerpo. Se entusiasman al hablar del free way 10, el 101 y el 405. «No es que vaya con una mano en el volante y en la otra con el bolígrafo. Lo que hago es tomar imágenes. Hay mucha poesía en el 101. Tenemos una relación de amor y odio con los free way», cuenta Suzanne.
Fairchild recuerda una anécdota. «Un día vi una señal de tránsito golpeada. Creo que tenía no menos de 10 impactos de autos. Me acerqué y vi que era un anuncio de, próxima salida, Instituto de Ciegos… ese es un buen inicio para un poema».
Marisela Norte, hija de mexicanos, cambia el free way por la avenida Broadway en el centro de la ciudad, en donde encuentra los puestos ambulantes, la música mexicana popular, los diálogos de los hispanos. «Unes estos puntos y los pones sobre papel».
En Los Ángeles también hay poesía y poetas, y vinieron a Guadalajara para decirlo.
poesía: Francisco Vázquez Mendoza/ars fotographia: Diana Martín