Jordi Sierra i Fabra (Barcelona, 1947) es el escritor español vivo que ha publicado más libros en la historia de su país. Su vasta obra abarca todos los géneros: desde biografía hasta poesía, pasando por la novela policiaca, la ciencia ficción y el cuento.
Sierra i Fabra nunca dudó que sería escritor, a pesar de que las condiciones le fueron adversas desde niño. Comenzó a escribir a los ocho años tras sufrir un accidente que le dejó en el hospital. “Yo era un niño tartamudo, de verdad que no podía hablar. Me di cuenta que escribiendo podía comunicarme con los demás. Escribir me salvó la vida”.
Para el autor, un hijo de la posguerra española nacido en un hogar pobre, la escuela franquista y represora fue una experiencia terrible: “Intentaron aniquilarme; para ellos yo no era sino un tartamudo, un pendejo, un tonto. Incluso sufrí maltrato físico. Pero no pudieron conmigo”.
Sierra atribuye a su orgullo una parte de ese espíritu inquebrantable que lo sostuvo en un tiempo tan difícil en el que, con tan sólo doce años y toda la oposición de sus padres a su deseo de ser escritor, se planteó el reto de hacer un libro de 500 páginas. Y lo logró. “Que un padre no crea en ti es muy duro. Pensé que si lograba escribir un libro gordo, nadie podría conmigo. Además, jamás dudé que sería escritor, nunca. Escribir me encanta”.
En su más reciente novela, La isla del poeta, la protagonista, una chica de 19 años llamada Isa, también enfrenta la resistencia de sus padres ante su deseo de convertirse en poetisa. En esta historia, que tiene mucho de autobiográfica, Isa viaja desde España hasta una remota isla colombiana para conocer al autor –ahora retirado en una reclusión autoimpuesta–, cuyos versos ella considera le salvaron la vida cuando estuvo a punto de morir antes de una intervención quirúrgica.
“El personaje de Isa está basado en una fan mía con la que hablé en una ocasión por teléfono. Ella me comentó que estaba en el hospital. Después me enteré de que tras la llamada había mejorado milagrosamente”. Cada uno de los capítulos de esta obra comienza con un haikú de los que Sierra i Fabra escribió para su libro Palabras de cristal. Y al final de la novela, la propia Isa logra encerrar “un mundo en dos o tres líneas”, en una experiencia que la lleva a terminar de definir su destino en la poesía tras pasar una noche con Isaac Estruch –el escritor ermitaño– en la que terminan, tras un difícil comienzo, desnudando sus almas.
Al escritor le es desconocido el llamado “bloqueo del escritor”. “No tengo tiempo para esas tonterías de la depresión o la página en blanco. Siempre he dicho que la vida es muy corta y que hay que aprovecharla al máximo. Tengo mucha suerte, pienso despacio pero escribo muy rápido. Además no creo en la perfección, sino en el instinto, no corrijo nada. Estoy todo el día captando información que puede convertirse en una historia. Veo lo que los demás no ven, hago las preguntas que los demás no se hacen. Soy una parabólica con patas”.
A partir de su dura experiencia a contracorriente para convertirse en escritor, Sierra i Fabra creó y además dirige dos fundaciones que apoyan escritores jóvenes: una se encuentra en España y otra en Colombia. En España se otorga cada año un premio con su nombre, que incluye la publicación del título ganador por la editorial SM. “Hay que hacer lo que uno ama. Luego por eso tenemos tantos viejos frustrados. Mejor intentarlo y fallar que no haberte dado una oportunidad”, comenta el escritor, quien apostilla: “Siempre les digo a los chicos que de lo que estudien no recordarán nada, pero de un buen libro… de un buen libro no se olvidarán jamás”.
entrevista y foto: Diana Martín